Especial: Luces de Invierno

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— ¿Son bellas no? — mencionó mirando al cielo, en la misma dirección en que sus ojos veían.



—Sí, lo son… realmente lo son… el cielo oscuro las hace ver tan brillantes… hay tantos colores — una risa suave flotó en el aire



—Me gustan estas fechas; es navidad…



— Lo sé… eso me dijiste — rascó nervioso su nuca


—Bueno, es una celebración, una fecha para dar cariño a aquellos que quieres, con regalos… o buenos deseos…


— ¿Regalos?


—Sí, iremos esta tarde a ver algunos, ¿vienes?


—C-claro… ¿Kirito?…


— ¿Ocurre algo?


—Sé… —suspiró cerrando sus ojos — sé que te irás con ella… — él bajó su mirada al piso; ella hizo una pausa, mordiendo su labio, tratando de algún modo… quizás… volver a encontrar su voz… — ¿me contarías otra vez la historia… esa en que el hombre comprende al fin el significado de la navidad?...


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El viento movió su cabello largo justo antes de ingresar al pequeño local en que el mensaje en su móvil decía que se encontrarían; era un lugar acogedor, se sentó junto a la ventana, en una mesa para dos, acomodó tras sus orejas los mechones que rebeldes trataban de cubrirle la cara, levantó la vista por el ventanal, el día estaba nublado, notando que tal vez, sus sentimientos se veían igual que ese cielo al borde del llanto; era extraño, habían pasado varios años, sonrió amargamente cuando su mente, en una mala jugada, le indicó el tiempo exacto… 5 años, 2 meses y 21 días…


Cuando escuchó de propia boca del joven pelinegro, que se iría a América, guardaba en su corazón la esperanza de ir con él, mas antes de articular las palabras, todo se esfumó cuando le dijo que se iría con ella… Sin duda ella era hermosa, lo había acompañado en momentos difíciles; y el mar de lágrimas que derramó a raudales presionando su camisa, no fue suficiente para que él se quedara, esa bella mujer, había ganado…


Los segundos se sentían pesados, lloró su ausencia sin encontrar el alivio a su roto corazón, el tiempo jugó sus cartas, menguando el dolor de tenerlo sólo en sus sueños, pero al menos, se había acostumbrado a vivir con ese sufrimiento constante, volviéndolo parte de su rutina, de su vida…


Las noticias de él en el lejano país le eran transmitidas por sus amigos, le estaba yendo bien… Su amor no cambió con los años, contra todo, se alegraba por ellos… ¿Cómo se detiene el dolor?... La respuesta seguía siendo la misma… No se detiene… se aprende a vivir con él…


Un simple correo hizo estragos en su vida… Volvía… su boda con ella sería en Tokio… tendrían un bebé… ¿Qué tiene ella que no tenga yo?; la simple pregunta vagaba en su mente, dentro de cada una de las letras que componían; era absurda… y lo peor… es que ella lo entendía...


Sabía que se habían ido juntos, sabía que él dormía con ella… pero su mente negaba el hecho de pensarlos juntos de esa manera… mas ese bebé, traía implícita su conexión íntima.


Tal vez, lo que ella sentía arrebatado, no era más que un sentimiento de pertenencia que lo ataba a él; frotó sus manos un segundo, aún dentro de aquel café podía sentir un poco de frío; el calendario marcaba vísperas de navidad, vaya día para haberla citado; la comisura de sus labios se curvó de manera amarga, no había razón para mentirse… seguía amándolo…

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