Especial: ¿Vuelas Conmigo?

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¿Qué es el amor?; había veces en que me lo preguntaba; amaba a mi familia, pero suponía que amar a otra persona, una que no había visto jamás hasta ese momento en que nuestras miradas se cruzaran, sintiendo los nervios en el estómago, aquella fuerza invisible que te hacía querer mirarlo de nuevo… ¿era física? ¿Química?, quizá ¿destino? O simplemente ¿azar?, fuese lo que fuese, invadía el corazón y te hacia necesitar del otro como si fuera vital; tal vez así era… siempre había creído que era efímero, pero no podría decírselo a la pareja de ancianos que aún caminaban tomados de sus manos… entonces ¿sería eterno?, lo más probable era que no, ¿cómo podría serlo?...

Los pensamientos llegan vagos a mi mente, que se desconecta algunos segundos a pensar en ello; la pregunta hecha en el pupitre de enfrente por la chica de colectas, aunque no me la haya hecho a mí, se queda durante toda la clase; quizá es porque hace solo un tiempo atrás, ni yo misma lo sabía, aunque ahora eso parece tan distante; y la respuesta a la interrogante me la habían dado aquellos ojos oscuros en medio de otro mundo, en medio de muertes y miedos, donde había sentido que todo era irreal, donde luego de luchar para volverme fuerte o morir en el intento, me escondía bajo las mantas a llorar; él me había dado una razón para querer levantarme cada día, fue la razón por la que ese día, que se sintió tanto tiempo mi condena, yo tomara aquel aparato e ingresara a ese mundo, el único motivo por el que había vivido dos años sin sentir que eran robados de mi vida real, por que cuando al fin pude salir, porque él mismo como mi héroe había ido por mi, ese mundo se sentía más real que este, más real que cualquiera.

El móvil vibra dentro de mi chaqueta, sacándome de mis pensamientos.

¿Quieres volar conmigo?

Sonrío al leer el mensaje, el único que con unas pocas palabras puede hacerme sentir tanto, incluso sin ninguna me hace feliz, con su sola compañía en silencio, él borra todo rastro de tristeza.

Tecleo una respuesta rápida.

Claro que volare contigo.

Lo envío justo antes que el timbre anuncia el almuerzo.

Lo espero en la misma banca, traigo sus sandwiches favoritos y algo más… es 14 de febrero…

Cierro mis ojos, la brisa corre suave, un vapor ligero sale de mi boca al exhalar, aunque hace frío, mi pecho se siente cálido de solo pensar en él.

Los minutos pasan, abro mis ojos, encontrando los tuyos oscuros e intensos, de pie frente a mí, tu sonrisa se dibuja tenue, mientras el viento sopla moviendo tu cabello negro como el ébano, el tiempo parece detenerse cuando tus ojos navegan de esa manera por mí mirada, el silencio baila entre nosotros, es casi mágico… ¿amor?... Realmente lo siento, en toda mi piel temblando leve e imperceptible, en mi corazón que se acelera, en mi propia alma que se une a ti a través de los cuerpos físicos; te amo, más que a todo, bordeando en lo irracional, la fuerza que fuera, es imparable… indomable…

Tus labios se mueven, mas no oigo tú voz, siento que tu boca modula mi nombre, mientras yo aún estoy abstraída en un mundo girando en cámara lenta, sin más sonidos que el de mi propio corazón, sin enfocar mis ojos en otra cosa que no seas tú; estas más alto, tú piel ligeramente más pálida de lo usual, delgado pero tus hombros están más anchos, se miran más fuertes, las líneas de tu rostro se definen varoniles, lejos del chico joven que mientras dormía parecías un niño; traes los botones superiores de tu camisa abiertos, con la corbata con un nudo mal hecho, tu pelo negro está desordenado, te rodea un aire revele, mientras yo descubro, una vez más, cuánto me encantas…

—¿Asuna?.

—H… hola Kirito Kun; ¿tienes hambre? — tu sonrisa se extiende, al mismo tiempo que caminas hasta mí, te sientas a mi lado; tu mano se posa firme sobre la mía un breve instante, la sacas tan rápido como la habías puesto, haciendo que me sonroje; un atisbo de sonrisa me hace sonreír a mí, tus pequeños gestos que me hacen feliz…

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