Christofer
«Papá, me iré de viaje, te quiero».
«Ha desaparecido, la encontraremos».
«Creo que tiene que ver con una red de trata».
«Malas noticias, señor Crager, su hija está muerta».
«Se cierra el caso, los culpables han sido arrestados».
«El mundo no es como debería ser, está lleno de mentiras y oscuridad».
Miro el cuadro del museo, estoy tentado a comprarlo, me recuerda al pasado, retrata el sufrimiento que vivimos cada día, es como si fuera mágico. Me encanta el arte, soy un apasionado de la pintura, sobre todo de la que pinta la belleza femenina, puedo ver cada detalle de la historia en un lienzo. Esta es una obra maestra que retrata la oscuridad en toda su magnificencia.
Uno de mis empleados se me acerca y me susurra algo al oído, entonces asiento dándole la orden. No recuerdo el momento preciso en el que me convertí en un estafador, un extorsionador, alguien que maltrata a otros para obtener su propio beneficio. Un corrupto. No puedo culpar a la desaparición de mi hija, así que culpo a la justicia, nunca hicieron nada bien. Quizás si hubiera sido como soy ahora, ella todavía estaría viva. Destruyeron la poca fe que tenía en la ley, así que ya no me queda nada, solo mi amor por el arte y la historia.
―Señor Crager ―Se me acerca otra vez mi empleado ―, me acaban de informar que Madeleine Rockefelle despertó y está lucida.
Alzo una ceja.
―¿Lucida?
―Sí ―Asiente ―. No está desvariando, eso dijo el médico, que en este momento no se encuentra perdida entre la realidad y la fantasía.
―No creo que sean fantasías, sino recuerdos ―le aclaro y luego le cambio el tema ―. Escucha, voy a comprar este cuadro, por favor, mantenme informado de todo lo que suceda en el museo, no quiero perder ninguna oferta, por otra parte, ahora me retirare a conocer a la verdadera Madeleine ―Sonrío.
Subo a mi vehículo y le digo a mi chofer que conduzca hasta mi compañía, estoy ansioso por conocerla, por eso le digo a mi conductor que acelere, así que es lo que hace. Al llegar, bajo del auto y me dirijo a mi empresa. Cristales es un edificio enorme, con varias secciones, tiene mucha seguridad, nadie sale ni entra sin mi permiso.
Algunos se preguntarán a qué me dedico. Antes hubiera dicho que a muchas cosas, luego termine comprando esta organización por la que nadie apostaba, pero yo la hice resurgir. Es una compañía privada que se encargar en su mayoría de investigar sobre redes de prostitución, cosas que la policía no aborda, aunque no me sorprende, al final muchos callan. Por eso hay varios mafiosos que quieren asesinarme, pero para vencer a los corruptos, debes convertirte en un corrupto, uno peor. Ese es mi lema, no me canso de repetírselo a mis empleados, que tampoco son unos santos. Bastante gente me sigue por estas cuestiones y otras desean matarme, sin embargo puedo vivir con eso.
Espero impaciente a que el ascensor suba, es entonces cuando las puertas se abren, avanzo por el pasillo, así llego a otra compuerta, paso la tarjeta por el codificador y me adentro en el sitio. Una vez avanzo unos pasos más, me encuentro con el médico, luego me señala la habitación blanca, así que voy allí.
―Hola, Madeleine ―la saludo.
La mujer de cabellos oscuros como la noche y que retrata una belleza apabullante, alza la cabeza hasta mí, pero no me responde, se mantiene sentada en su camilla, con los pies apoyados en el suelo, parece que iba a levantarse pero se detuvo.
―¿No vas a hablarme? ―me le acerco.
―¿Quién eres? ―me pregunta averiguando mis intenciones y luego se levanta de la cama, para observarme detenidamente ―¿Te conozco?
―Nos vimos hace unos días, cuando las fuerzas especiales te sacaron del prostíbulo ¿No me recuerdas?
Se lo piensa analizando todo.
―Sí ―dice en un susurro ―. Me preguntaste muchas cosas, aunque no logro recordar cuales.
―Sobre historia, nada grave. Quiero preguntarte, si estás al tanto de tu condición. No quiero cometer ningún error.
―Si te refieres a que me pierdo en el tiempo, sí, sí lo sé, pero si hablas de que me has capturado, ni idea qué hago aquí.
Me río.
―Yo no te he secuestrado.
Sonríe con malicia.
―Ah, ¿no? Estaré loca, pero no soy estúpida, la policía dijo que debías enviarme a un psiquiátrico, sin embargo no lo hiciste, me trajiste aquí, aprovechándote de mi condición. Conozco a los hombres más de lo que crees, Chris ―expresa mi nombre aunque había dicho que no me recordaba.
Sonrío satisfecho.
―Eres una caja de sorpresas.
―Soy más que eso, soy la esposa de Raid Rockefelle ¿De verdad crees que una simple fémina puede ser la compañera de ese desgraciado? No soy cualquier mujer.
―Lo sé, Raid era un jefe de una red de prostitución, uno de los líderes de La Sociedad de las letras, era un peligro para esta sociedad ―expreso fríamente.
―¿Era? ―pregunta confundida.
―Murió, hace tiempo, ya no estás confinada a él, felicidades.
―Está... ¿Muerto? ―Baja la vista y se agarra la cabeza ―No, no, no... no puede estar muerto ―expresa angustiada.
―Te maltrató toda tu vida, ¿por qué llorar por él? ―pregunto cuando lágrimas caen de sus ojos y se los refriega repetidas veces.
―¿Qué te importa? ―expresa molesta y me empuja, entonces veo como sale corriendo.
―¡Guardias, se escapa! ―les digo a mis empleados.
No puedo dejar que se vaya todavía, necesito saber más de la historia, además no es como si la tuviera con el permiso de sus hijos o la ley, de hecho ni siquiera saben que está viva.
Madeleine corre y golpea a uno de mis hombres, le saca el arma y les dispara a los demás.
―Apártense o los matare a todos ―amenaza.
Wow, es toda una fiera.
―Madeleine ―dice el doctor Johnson y tira un cristal al suelo ―. Mira.
Esa acción provoca que ella se quede quieta, se agarre la cabeza y tire el arma, se ha perdido en sus pensamientos, en su oscuridad. Esto es tan confuso y misterioso que me intriga demasiado. Necesito saber qué es lo que realmente hay en su mente, que la perturba tan solo el sonido de un vidrio.
___
¡Primer capítulo, qué nervios!
¡Amo a Madeleine! Jajaja el próximo capítulo es de ella ❤
Espero que les haya gustado 💕
Atte: Vivi.
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Perversa Oscuridad: Cristales
Action"Cuidado con buscar cristales en la oscuridad, te puedes cortar". Por Viviana Valeria V.