13: Segura

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Madeleine

Mi hijo, mi propio hijo mató a su hermano, para proteger al hijo de esa prostituta, la puta de Raid. No puedo creerlo, no puedo aceptarlo. Salgo corriendo, no deseo que la rabia me inunde, no quiero decir más palabras hirientes. Estoy segura que si yo hubiera estado presente, esto no hubiera pasado. Es mi culpa, definitivamente tiene que ser mi culpa.

En el camino me choco con una persona, entonces me detengo al seguir escuchando tiros detrás de mí, la gente que quiere atraparme está en un tiroteo con Hermes, pero no quiero voltear atrás.

―¿Raziel? ―digo mientras me refriego los ojos ―¿Dónde estabas?

―El señor Crager me pidió que no la siga más, pero al enterarse de lo que sucede, me ordeno para que venga a ayudarla ―me explica.

La información corre a gran velocidad.

Tengo emociones encontradas por lo que me acaba de decir, pero no tengo tiempo de pensar en Christofer, mi mente está nublada por la forma en la que ha muerto Demián.

―Sígueme ―me pide Raziel y lo hago, no puedo pensar a donde ir, así que acepto rápidamente su sugerencia.

Cuando llegamos a Cristales, Chris me está esperando en la recepción, se acerca a paso rápido a la entrada al verme.

―¿Por qué hiciste eso? ―me pregunta preocupado.

Frunzo el ceño.

―Era un riesgo que debía correr, tenía que saber la verdad ―aclaro.

―Pude haberte ayudado.

Bajo la vista.

―Ya no importa, merezco que me secuestren y hagan lo que quieran con la fortuna Divine, Rockefelle y hasta la Markov, que ni siquiera sé si es mía, pero no me interesa, solo deseo morir.

―Temo por tu salud mental, no digas eso.

―No debí haber tomado las pastillas, así me perdía a mí misma, hubiera sido lo mejor.

Me agarra de los brazos y me sobresalto, así que lo observo sorprendida.

―No digas eso, no es tu culpa, sea lo que sea que haya pasado, solo fueron las circunstancias, tú estuviste encerrada, no podías hacer nada.

―Hermes mató a Demián ―Lloriqueo, más lágrimas mojan mi rostro y mi vista vuelve a borronearse ―. Pude haberlo evitado.

―Nunca lo sabrás, lo único que puedes hacer ahora es mantenerte cuerda y ver como siguen las cosas, como deseas seguir, ¿entiendes?

Bajo la mirada otra vez.

―No puedo, no deseo continuar.

―Señor Crager ―Nos interrumpe Raziel ―. Será mejor ocultarla, vienen personas y no sabemos si la han visto ―aconseja.

Chris asiente y toma mi mano para que nos dirijamos al ascensor.

―Acompáñame, te llevaré a un lugar seguro.

No pienso mucho, solo lo sigo.

Esperamos a subir varios pisos, cuando salimos del ascensor, avanzamos por los corredores y abre una puerta con una llave magnética, luego otra, entonces llegamos a un cuarto, el cual cierra.

―Aquí estarás segura ―me aclara y lo miro luego de caminar observando la habitación ―. Siento que terminaras en un cuarto de la empresa otra vez.

Le sonrío.

―Está bien, no hay problema.

Avanzo y me siento al borde de la cama, entonces él hace lo mismo, toma mis dedos, así que los besa suave y delicadamente.

―Llámame si necesitas algo, ¿de acuerdo?

―Gracias.

Nos quedamos mirándonos, me encantaría que estas circunstancias fueran otras. Si tan solo pudiera olvidar todo esto y perderme en su mirada. Nuestros rostros están muy cerca, entonces sin pensarlo mis labios rozan los suyos, me pierdo en el tacto de aquel beso húmedo. Mi corazón se acelera, siento la grata sensación, su boca me hace perderme tan solo un instante. Siento su mano en mi pierna, me agarro de su chaqueta, el beso se intensifica cuando las lenguas se tocan, se necesitan.

Hay mucha tensión sexual pero esta se detiene, Chris se levanta de la cama y nos quedamos observándonos otra vez, me muerdo el labio inferior.

―Gracias ―le agradezco de nuevo.

―¿Por qué? ―Sonríe.

―Por ser un caballero.

Se ríe.

―No puedo aprovecharme de una dama en un momento así.

―Me encantaría que lo hicieras ―confieso.

―No deberíamos.

―Tienes razón, no es la manera de enfrentar los problemas, además entre nosotros no hay nada.

―Descansa, Madeleine ―Ignora mi acotación y se dirige a la puerta.

No te vayas.

No soy capaz de decírselo, hay un muro grande entre nosotros, es el esposo de esa prostituta fallecida, lo que me hace recordar el dolor por Demián, que intente olvidar con un poco de sexo, soy tan estúpida.

Me duele. 

Perversa Oscuridad: CristalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora