11: Bloqueo

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Madeleine

20 años atrás...

Mis mejillas arden, mi corazón está acelerado y mis dedos tiemblan al tocar la pequeña cajita. Observo con nerviosismo el objeto, entonces alzo la vista a mirar a Raid, él enarca la ceja confundido ante mi expresión.

―¿Qué? ¿No lo vas a abrir? ―me pregunta incrédulo.

―¿De verdad compraste esto porque lo viste y pensaste en mí?

―¡Sí, mujer, ahora ábrelo maldita seas, no tengo todo el día! ―se queja.

No sé si quiero abrirlo.

Me muerdo el labio, nerviosa.

―De acuerdo.

Despacio y con miedo abro la pequeña cajita, el temor se esfuma, la emoción aumenta, veo un pequeño collar, el dije tiene forma de corazón, hecho con muchos cristales, es precioso.

―¿Y? ¿Qué pasa? ―Alza una ceja ―¿No te gusta?

―Me... me encanta ―expreso sintiendo el calor en mi cara, alzo la vista a mirarlo ―¿Me... ¿Me lo pones? ―pregunto inquieta y sonríe.

―Te pondré muchas cosas si quieres.

―Raid, no arruines el momento ―Bajo la vista avergonzada.

Me estremezco cuando se acerca y agarra el collar, tirando la cajita al suelo sin impórtale, camina alrededor de mí, tocando mi cabello, entonces me lo mueve lo que me provoca un cosquilleo, veo como coloca la joya en mi cuello, entonces siento mis mejillas más y más calientes.

Me sobresalto cuando pone sus manos en mis pechos y besa mi nuca.

―Esta noche no discutamos, bonita ―Arranca mi blusa, haciendo que los botones se abran y dejando mi sostén expuesto, así que rodea sus manos en mis senos, para acto seguido presionarlos y yo hacer un gemido, exhala todo el aire caliente en mi cuello detrás de mí ―. Así me gusta ―Me gira rápidamente y nuestras bocas se encuentran a punto de rozarse ―. Me pones tan duro, así te imaginé cuando vi el collar, en mi cama, desnuda, solo con esa pequeña piedrita moviéndose y tú gimiendo debajo de mí. Mi pene lo necesita urgentemente, así que no me pidas que no arruiné el momento con mis frases vulgares.

Me muerdo el labio inferior.

―De acuerdo.

Me agarra bruscamente de la cintura y luego me tira sobre la cama, para acto seguido subirse sobre mí. Siempre rudo, rompe y quita mi ropa de manera agresiva sin interesarle nada más y me folla pensando en su propia satisfacción sexual. Aunque en este momento estoy tan encandilada por su presente que no me importa, parece un cuento de hadas en mi cabeza, aunque en realidad es tan falso que a veces olvido que duele estar en esta relación, por eso la felicidad no dura para siempre.

―Raid... ―gimo excitada, presionando las sabanas, mientras siento su pene entrar en mí una y otras vez, esto se acabará pronto.

Este momento es así.

Solo es eso, algo efímero.

~~~

Días después...

El collar se cae, los cristales están rotos, será imposible pegarlos otra vez. Esos cristales están como mi corazón en este momento, partidos en mil pedazos, llenos de dolor, tristeza, asco y mucho odio.

―¿Estás... ¿Estás enamorado? ―exclamo molesta y con mis labios temblando ―¿Eso quieres decir? ¿De esa prostituta? ―exclamo indignada y con mis ojos llenos de lágrimas ―Eso es mentira ―Niego moviendo la cabeza.

Raid se mantiene mirando la ventana, observando hacia afuera, ignorando toda mi frustración. Esto es un horror, un asco.

―Sí, así es ―me contesta así sin más, perdido en sus pensamientos.

―¡¡Ella te odia, la violaste!!

Una sonrisa retorcida se forma en su rostro y me estremezco, entonces se gira a observarme, su mirada demuestra regocijo, pareciera que le gusta ver mi gesto lleno de indignación.

―Y lo volvería a hacer ―dice y siento como si me clavaran una estaca en mi pecho ―¿Por qué te enfadas? ¿Tú también me odias, no? ―Sigue con esa sonrisa maldita ―La única diferencia entre tú y ella es que ella se resiste y tú no, tú ya me abres las piernas, ya estás resignada. Deja de llorar, te ves patética.

―Soy tu mujer, respétame ―Mi mandíbula se tensa.

―No te he respetado cuando nos casamos, no lo voy a hacer ahora. Maddie, ¿en serio?, ¿de verdad? Mejor respétate tú.

Me refriego los ojos y sigo sollozando, me agacho para agarrar los trozos de los cristales sin contestarle nada, él solo se queda ahí, observándome, sin nada más que hacer. Soy solo un objeto para Raid, basura en este mundo de mierda, una pequeña piedra rota que solo sirve para usar, lo único que me queda son mis hijos, nada más que ellos, mis niños son lo único que me debería importar.

~~~

Actualidad...

Demián, Demián está muerto.

Tomo una bocanada de aire cuando despierto y me inclino rápido a sentarme, miro para todos lados observando que estoy en la cama de un cuarto de hotel. Me sobresalto cuando la puerta se abre, pero veo a Chris y me alivio.

―¿Qué sucede? ―pregunto confundida.

―Te traje a un hotel porque me dijiste que no confiabas en Leandra, preferí no llevarte a Cristales porque ahí te secuestré y no pareció apropiado ―expresa con algo de pena, pero luego me sonríe ―¿Estás mejor? ―Noto su preocupación en su gesto.

―Yo... ―Hago una pausa ―¿Cristales?

―Mi empresa ―me recuerda ―¿Tomaste tus medicamentos hoy?

Asiento y me toco la cabeza.

―Creo, es que tengo un revoltijo en mi mente, no estoy segura de nada, Demián, él...

―¿Recuerdas lo que te dije? ―pregunta inseguro.

―Sí... no, no quiero saberlo ―Me abrazo a mí misma.

Christofer camina hasta mí y se sienta a mi lado, entonces toma mi mano.

―Está bien, no pasa nada ―Me sonríe ―¿Quieres que me quede?

Niego moviendo la cabeza.

―No, voy a salir.

―¿Segura?

―Sí, necesito estar sola ―aclaro.

Asiente.

―De acuerdo, cualquier cosa llámame ―Se levanta de la cama y veo como se retira.

«Demián está muerto». Repite mi cabeza, pero no lo entiendo, es como un bloqueo, es lo mismo que cuando pienso o escucho unos cristales romperse.

Lo bloqueo.

Por alguna razón necesito ir al cementerio. 

Perversa Oscuridad: CristalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora