CAPÍTULO 29:EL FURURO

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Pov Anissa

Después de haber superado aquel mundial en la Isla de Lioccott, volvimos a casa.

Cuando llegamos al Raimon, fuimos recibidos con numerosos aplausos y una gran fiesta de celebración. El director no cabía más en su gozo. Y todos los miembros del club de fútbol nos dieron una calurosa bienvenida. Viendo aquellas personas animarnos de aquel modo, celebrando todo lo lejos que habíamos llegado, se me hacía increíble pensar que hacía un año y medio éramos el club de los pringados.

Y, lo mejor de todo, es que nuestro éxito había sido una gran inspiración para todas las personas que jugaban al futbol en todo el mundo. En apenas una semana, me había enterado de que se habían abierto muchos clubes de fútbol femeninos, y que las mujeres empezaban a tener más importancia en el mundo del deporte. Algo que me llenaba el corazón de alegría el saber que era la inspiración de muchas niñas.

Han pasado dos meses desde aquello, se cerraba una etapa muy importante de mi vida: hoy era la graduación.

Aquella mañana fuimos despertados por los chillidos de mamá, como no podía ser de otra forma. Podíamos ser los mejores del mundo, pero seguíamos siendo unos dormilones de primera.
Y, tras varios chillidos, finalmente nos despertamos a toda prisa, vistiéndonos por última vez el uniforme del Raimon.

—¡Mamoru, Anissa!

—¡Ya vamos, mamá! —chilló Mamoru, mientras yo terminaba de atar el lazo azul marino en mi cuello.

De reojo observé la foto que teníamos en la cómoda. Antes era una foto antigua del abuelo, la única foto que teníamos de él, la que se usó en su funeral. Pero ahora la habíamos cambiado por una actual, en la final uno de los paparazzis nos sacó una foto a mi y a Mamoeu siendo abrazados por el abuelo. Los noticieros habían hecho un montón de artículos con respecto al reencuentro familiar y toda la historia que había detrás del accidente de 40 años.
Me encantaba aquella foto.

Justo cuando terminé de alistarme, mi teléfono móvil vibró.

—Anissa, ¿vamos?

—Si si, ya voy. —respondí distraídamente encendiendo el aparato y observando la pantalla.

Mamoru me miró responder el mensaje que me había llegado con los ojos brillantes de la ilusión. Por mi modo de sonreír, él ya sabía quien me había enviado el mensaje.
—¿Es Fidio?

No necesité de palabras para responderle, simplemente seguí sonriendo viendo en la pantalla un "Felicidades amore mio, estoy muy orgulloso de ti. ¿Me enviarás una foto?" que venía de él. A aquellas horas en Italia era muy tarde, hora de irse ya a dormir o estar ya dormido, pero él había hecho el esfuerzo para felicitarme por cumplir el plan de estudios y graduarme.

Teclee una respuesta rápida:
—"Gracias cariño. Y claro, seguro mamá nos hará un álbum de recuerdos en la ceremonia de hoy."

Apagué el móvil, y bajé las escaleras llegando al salón.
Mamá era quien más ilusionada estaba con aquella graduación. No todos los días sus hijos, dos cero a la izquierda en lo que se refiere a estudios, llegaban a graduarse de la secundaria.

Desayunamos en familia, celebrando un poco la graduación ya que papá, por el trabajo, no podria venir a vernos. Mientras tanto mamá nos contaba que el abuelo había llamado en mitad de la noche con un "Buenos días".
Cuando mamá se enteró que el abuelo estaba vivo, casi se murió del susto, y le dio una fuerte reprimenda, pero después lloró como una magdalena. No podía creerse que su padre había hecho todo aquello para protegerla a ella y a la abuela.
Pues el abuelo llamó, y dijo que estaba formando un club de fútbol en Paladia, un instituto nuevo en el Congo. ¡El abuelo es increíble!

•°Inazuma Eleven°•[Paolo Bianchi/Fidio Aldena x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora