XIII

67 8 0
                                    

Desperté exaltado, estaba llorando desesperado, mi almohada estaba mojada, y aunque daba cierto asco no tenía tiempo para pensar en ello, volví a cubrirme hasta arriba de la cabeza e intenté dormir, estaba desesperado, traté y traté de conciliar el sueño, nada.

Con pijamas y mis pantuflas salí corriendo de la casa, a la farmacia más cercana.

Compré hipnóticos sin receta -pastillas para dormir- y sin preocuparme de que efectos secundarios pudiera tener.

Llegué, serví un vaso de agua rápidamente y sin pensarlo tomé tres pastillas y las tragué...

Volví a caer dormido.

Desperté, y nada había pasado por mi cabeza realmente, exhausto y desesperado por volver al sueño, volví a tomar, esta vez cuatro pastillas, el sueño demoró media hora en llegar, y volví a caer dormido.

Me pasé así todo el día...

Sin hambre, sin sed, sin ganas, sin inspiración, sin vida.

Las dosis se volvieron extremas, al momento de no responder más. No volví a despertar.

Vi mi cuerpo desde el techo, estaba tirado en el sofá sin vida, y alguien golpea la puerta con fuerza, y a mi lado veo a un zorro, un viejo zorro.

-hola viejo amigo- Dijo con una voz ronca y sabia

-zorro, tu eres el zorro domesticado ¿no?

-me gusta pensar que fue mutuo.

-pues así lo pensaré desde ahora- le dije con un suspiro.

Los golpes iban con más fuerza hacia la puerta, al momento de tirarla abajo con una evidente patada.

Era un chico de no más de 20 años, cabello dorado, ojos azules, y una camisa verde larga. Acompañada de una bufanda roja.

Las lágrimas cayeron por sus ojos.

-tu príncipe llegó tarde.

FIN

El regreso del Príncipe (Principito 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora