Prólogo

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Era una mañana como cualquier otra en la vieja ciudad de Washington D.C... o al menos para el resto de las personas lo era, excepto para una joven.

Ella trabaja en el edificio del FBI, pero no es una agente ni nadie importante, solo es una simple recepcionista. Razón por la que no entiende por qué le tuvo que suceder a ella y no a alguien más importante.

Todo sucedió esa noche cuando se estaba preparando para ir a dormir. Mientras cerraba la puerta de su pequeño departamento escuchó un ruido desde la cocina y fue a ver.

Tal vez fue un gato que se coló por la ventana de la escalera de emergencia, pensó.

No había nada, por lo que no le tomó importancia y cerró la ventana. Mientras se dirigía a su habitación sintió un pequeño escalofrío, como si algo estuviera mal. Una alarma de alerta se encendió dentro de ella y le decía que lo mejor era que no entrara al cuarto, que volviera, salga de su casa y durmiera en el departamento de su mejor amiga en el piso de abajo. Así que tomó las llaves que estaban sobre una pequeña mesa junto a la entrada e intentó abrir la puerta, pero antes de tan solo poner la llave en la cerradura sintió una gran punzada en la cabeza y todo se apagó.

Despertó en un lugar oscuro y helado, parecía una vieja casa apunto de derrumbarse. Ella estaba acostada sobre una fría mesa de metal, mientras que sus manos y pies estaba atados a ésta. Lo único que llevaba puesto era su ropa interior y podía ver qué tenía un par de moretones y heridas a lo largo de sus piernas y abdomen. Siguió observando el lugar, vio una ventana y muchos árboles afuera, por lo que gritar solo sería una pérdida de tiempo. Escuchó la puerta abrirse y dirigió su mirada a ésta. Entró un frío horrible, junto a un olor a pinos y una persona. No podía verle el rostro, por el contraste de la luz tras él, pero en cuanto lo vio lo supo, esto sería un infierno para ella.

Más allá de los sueños | Spencer ReidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora