VII. Un sospechoso ✔

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- Spence, despierta.

Reid abrió los ojos e intentó acostumbrarse a la luz del lugar. En cuanto se despertó totalmente se levantó y miró a su al rededor; se encontraba en el sofá que estaba en la sala de reuniones en las oficinas. ¿Cómo llegué aquí? ¿Estaré soñando otra vez? Pensó.

- Spencer, tenemos un sospechoso -miró a la persona que le hablaba y se encontró con su rubia amiga, JJ.

- ¿Qué? -preguntó un tanto desorientado aún.

- El caso de Liliana... -lo miró dudosa- ¿Sabes qué? Te traeré un café para ver si así despiertas al fin -dicho esto salió del lugar.

No tardó mucho en regresar con una taza de café humeante, se la entregó a Spencer y éste la tomó sin preguntar, desconcertado con todo lo que estaba pasando.

- Dijeron que encontraron un sospechoso -se acercó al resto del equipo cuando finalmente volvió a sus sentidos-. ¿Quién es?

- Oh Reid, por fin despiertas -lo molestó Morgan-. Un poco más y JJ habría llamado a emergencias.

- El sospechoso se llama Erick Anderson. La primera chica desaparecida se llamaba Alex Walker y era su novia -habló Hotchner.

Aparecieron dos imágenes en la pantalla que había en la sala, la primera era la de un hombre blanco, cabello oscuro y con una mirada perdida. Y la segunda imagen era la de una chica morena, cabello largo y oscuro, muy parecida a Liliana y al resto de las chicas desaparecidas.

- ¿Y por qué es el sospechoso?

- Ella desapareció el veintitrés de agosto de dos mil quince, y fueron sus padres quienes lo notificaron. Pero, según sus amigos y familiares, no habían tenido contacto con ella desde un mes antes de que lo notificaran a las autoridades. Sus padres insistieron en que el novio tenía algo que ver, ya que durante los últimos meses la pareja había tenido múltiples peleas donde Alex terminaba siempre en casa de alguna amiga o en la de ellos. Pero, por la poca evidencia en contra de Erick Anderson, se le dejó con libertad y el caso quedó sin resolver -explicó.

- ¿Y nunca la encontraron?

- No, hasta el día de hoy no hay nada.

Spencer intentaba concentrarse en el caso, pero su cabeza no dejaba de pensar en toda esa situación en la que estaba viviendo. Estaba empezando a dudar de si ese era realmente un sueño o si era la realidad. Pero sea cual sea la respuesta, tenía claro que Liliana estaba sola, porque ahí se encontraba desaparecida, mientras que del otro lado ella estaba sola en un bosque sin señal de celular y con, tal vez, un Reid desmayado.

Liliana, por favor resiste. Pensaba. De una u otra forma llegaré a ti.

- ¿Reid? ¡¿Reid?! -el grito de Morgan lo sacó de sus pensamientos y se dio cuenta que todos lo estaban observando.

- Ah... Sí.. ¿Qué fue lo último? -preguntó haciendo como si nada.

- No, Reid. Algo sucede contigo y será mejor que lo digas ahora -le exigió el moreno.

- No sucede nada, en serio -intentó sonar lo más convincente posible.

- Spence, sabes que puedes contar con nosotros para lo que sea -le dijo esta vez JJ.

- Sí, lo sé.

¿Pero, cómo podría contarles sobre algo que ni él estaba seguro? Lo tacharían de loco. Más aún, tomando en cuenta de que él es un hombre de ciencia y no cree en cosas supersticiosas. Para él, todo lo que sucede en el mundo está basado en hechos y demostraciones, no en fantasías.

- Hay que volver a investigar al sujeto.

- Bueno, eso ya lo hice cariño -respondió Penélope, mientras se abrían múltiples pestañas en la pantalla frente a ellos-. Pero no hay nada, está totalmente limpio.

- Morgan y Rossi, vayan a por él -ordenó Hotchner-. Averiguaremos más si lo interrogamos. Por mientras nosotros buscaremos todos los archivos y evidencias del caso de Alex Walker.

Dicho esto, todo el equipo empezó a moverse. Mientras tanto, el joven doctor buscó el mapa de la ciudad para empezar a hacer un perfil geográfico con todo lo que tenían hasta el momento. Pero nada salía de su inteligente cabeza, pues la imagen de Liliana no salía de ésta. No dejaba de pensar en esos hermosos ojos que lo miraban con tanto cariño desde que todo este enredo empezó; tampoco de esos suaves labios que le sonreían cada vez que se encontraban; o de aquel cabello castaño, suelto y largo, que se mueve con la más mínima brisa.

Finalmente lo aceptaba, se había enamorado ciegamente de aquella chica morena. Sentía una necesidad de protegerla tan diferente a cualquier otra víctima que hubiera conocido, su corazón latía rápidamente con solo escuchar su nombre, no había momento del día que no pensara en ella, esperaba ansioso el término de su turno para encontrarse con la morena y salir juntos; la esperaba todas las mañanas en la misma cafetería de aquel primer día que hablaron. Pero, a la vez, tenía esa sensación de miedo, como si algo estuviera mal. Pensaba en el sueño y la realidad, y se sentía confuso aún con todo ello, pues algo muy dentro de él le decía que no querría conocer cuál era la verdad.

- Ya llegó Erick Anderson.

Más allá de los sueños | Spencer ReidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora