Capítulo 8: La primera pista

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—¿Podrías dejar de hacer eso? —preguntó intentando no parecer irritado, aunque sí lo estaba, ella había estado tocando en la guantera por unos cuantos minutos.

—Oh, lo siento Marky, solo lo hacía para no aburrirme —se disculpó la mujer y se quedó allí de brazos cruzados esperando a que pudieran moverse nuevamente.

Cinco minutos después todos los vehículos empezaron a circular, con las instrucciones de aquella humana Mark pudo conducir con normalidad hacia el laboratorio. Para ser sincero esperaba algo más rústico, pero aquella edificación tenía lo suyo, sin exagerar o desbordar extravagancia. Sarah bajó el vehículo y de inmediato fue a hablar con el guardia de seguridad, no tardó mucho en convencerlos de que les dejara a ambos ingresar.

—Bien, ahora iremos a un laboratorio cualquiera y empezaremos a trabajar, que bueno que los guardias son bastante amigables. Fue bastante fácil.

—¿Los sedujiste o algo así? —preguntó Mark ya que era frecuente escuchar en el exterior que los humanos tenían cierto encanto, eso causó que la mujer de inmediato se detuviera y voltease a mirarle a los ojos, esa pregunta en realidad le había ofendido. Había metido la pata.

—No soy de esas viejas fáciles que se la pasan enseñando sus bustos y traseros para obtener beneficios —respondió con notorio enojo—. Más allá de las apariencias soy alguien con quien los demás se pueden encariñar, no busco algún beneficio siendo amable y atenta con otros.

—Creo que me expresé mal, lo siento Sarah —se arrepintió de inmediato, ella se había alcanzado a poner roja mientras hablaba.

—No sé qué imagen tienes de los humanos, pero yo soy una señorita decente, Mark. Además, una señorita con kilos de más, y con tantos ángeles plásticos no soy muy atractiva que digamos, pero que importa. No soy ese tipo de persona, quiero caer bien, no que me caigan encima.

—Hablé mal, lo que quería decir es que creo que al sujeto de tez morena le pareces atractiva; sigo sin dominar del todo este idioma y me expreso mal —intentó justificarse el cemaran, con una mentira que debía parecer obvia, el acento ayudaba a ocultarla.

—Oh, él... Lo mismo me dijo la señora Esperanza, pero no pienso lo mismo. Además, es un hombre casado, sería realmente despreciable que teniendo pareja se fijara en mí. En fin, cuida esa punzante lengua tuya Mark, no me gusta discutir con otros. Me alegra que solo fuera un malentendido por mi parte —habló Sarah y suspiró poco después.

Ella le llevó hasta el laboratorio y le pasó elementos de protección, la joven mujer tomó entonces el contenedor que a su vez resguardaba el frasco e intentó abrir su contenido, sin embargo, no lo logró. No era capaz de liberarle de ese artefacto que le mantenía refrigerado. Volteó a ver al cemaran y se lo entregó en sus manos para que lidiara con eso, él simplemente tuvo que hacer fuerza en dos botones a la vez y así poder acceder al recipiente, ella lo tomó y buscó los elementos de la toma de muestra. Fue fácil adquirir un pequeño pero representativo pedazo. Se dirigió con aquella porción hacia uno de los microscopios y observó por unos segundos en completo silencio.

—¿Sucede algo Sarah?

—Me recuerda un poco a una encefalopatía espongiforme.

—¿Y eso es...?

—Bueno, la mayoría son enfermedades priónicas que destruyen cerebros, sistemas nerviosos para ser más exacta. ¿Si sabes que es un prion? Me adelanto, son glicoproteínas que se han vuelto patógenas por una modificación de su estructura —habló la mujer demostrando de forma sencilla sus conocimientos sobre el tema—. Sin ADN, solo aminoácidos.

—¿Y cómo terminó en el espacio Nerok?

—No tengo ni la más mínima idea, y no estoy del todo segura de que eso sea, debería hacer un análisis profundo al respecto, en fin... Intentaría cultivar esas cosas, pero el tejido está muerto, aunque seguiré tomando muestras y cosas por el estilo. Quiero saber la forma original de la proteína y en qué organismos será infeccioso. Eso, si estoy en lo correcto.

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