Capítulo 37: Anclas

23 3 0
                                    

—La muerte te acecha constantemente... E intentas solo retrasarle —se escuchó esa voz inconfundible, justo cuando empezaba a olvidar ese tono histérico y fastidioso—. ¿Por qué intentas hacer que todo eso perdure? Nadie va a venir por ti, todos absolutamente todos ansían el momento en el que ya no quede ni un rastro de ti.

—¿Qué demonios pasa por allá Damian? —Mark le habló desde esa línea compartida.

—Eso mismo quisiera saber... Te lo juro.

—Nadie puede salvarte, eso es lo que detallan tus acciones exageradas. Y si existiera la manera solamente te dejarían morir, porque eso es lo que mereces.

—Te juro que vi algo, me largo de aquí... —mostró su nerviosismo aquel ladrón humano, no iba a fingir valentía ante el cemaran.

—Voy en camino, no te retires, Damian.

—¿Qué no me retire? ¡No voy a esperar a que esa mierda se dé cuenta de que estoy aquí! Después de todo si ella pudo encontrarnos...

—¡¿Ah?! ¡¿De qué demonios hablas?!

—Escucha... Mark, tú y yo lo vimos directamente, ¿recuerdas? Pues en este momento tengo esa misma sensación horrible... ¡Por eso digo que nos iremos de aquí! Pensé que sería una estupidez... ¡Definitivamente no lo es y no podríamos lidiar con esto!

—Cálmate Damian, solo compártenos lo que puedes ver desde el visor —habló Izam intentando mantener la calma, no creía que su colega exagerara.

—Está bien... Pero definitivamente no les va a gustar.

No se trataba de ninguna ilusión, esas imágenes revelaban a David ante esa figura ya conocida, más o menos, esa malformación que recordaban era más prominente. No sabían qué pasaba con exactitud, pero no lo cuestionarían. Aquel ser humano que habían dejado atrás maldecía numerosas veces mientras se cubría unas extrañas lesiones que desde allí parecían consistir en quemaduras de segundo grado. Pero la postura no revelaba temor sino un desafío, incluso ante el dolor que debía invadir su cuerpo ante el contacto recibido seguía hablando sobre lo que le esperaría. Resultó difícil de creer, se suponía que Sikle estaba en otro sitio, después de todo había gente que había aceptado su muerte para mantenerle entretenido y evitar que continuase dañando el espacio ordinario.

—¡Dijiste que querías arreglarlo! ¡Que Pazen fue un error por tu parte más deteriorada! ¿Y solo les has engañado aparentando que la vida siguió su curso? Porque intentas vivir dentro de ellos... Eres un cobarde que intenta evitar su destino a toda costa.

—Tú... Ya estás muerto. ¿Y aun así sigues con esas tonterías? Después de todo ya agotaste toda tu luz, ¿qué crees que queda de ti? ¿Tus valores? Esos ya los perdiste cuando me pediste aquel favor, y me hiciste unos a cambio...

—No importa, nada de eso va importar dentro de poco —habló David y tras eso mismo se escuchó desde la distancia la detonación de un artefacto. Y con ese sonido no tardaron en llegar los gritos.

—¿Sabes qué tanto te acabas de rebajar con esto? —dijo la entidad con un malestar tan visible que se manifestaba en su figura como si se tratara de una marea intensa que amenazaba con destruir todo—. Si había una posibilidad de perdón acabas de destruirla.

—Con una fuente como esas fuera definitivamente debes estar cerca de perderte, aunque bien, no es que estés cuerdo desde que te me apareciste por primera vez.

La comunicación fue cortada de golpe, posiblemente fue algo que había provocado el enfado de ese ser. Quienes se encontraban lejos no sabían qué medidas tomar, habían ido a buscar a David para asegurarse que nada realmente extraño le había ocurrido, pero ahora había datos sueltos de lo que parecía ser algo mucho peor. Y poco a poco todas las luces se habían apagado, siendo la única fuente de luz en esa región el fuego producto de aquella explosión. Y los medios de transporte fueron detenidos, o tal vez ya no funcionaban. Por su parte Damian se encontraba sudando frío, en ese instante le daba la impresión de percibir el olor de carne quemada. No podía dárselas de valiente, era imposible dañar a un ser como ese solo con su arma de choque. Maldijo el haberse prestado para ese trabajo. En ese caso pensaba hacer caso a su cobardía y preservar su vida.

Alerta de proximidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora