Capítulo 33: En su nombre

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—¡¿Me estás diciendo que no hemos podido comenzar porque no encuentras sitio dónde dejar a tu amante?! —gritó Oonna, realmente era poco común ver irritado a un sernsa, pero Mark incluso ante esa rareza no iba a asimilar que lo ocurrido era su culpa.

—A ver grandísimo pedazo de aborto, primero no es mi amante o lo que sea que pienses inventar, segundo ya tengo todo listo, y si tanto afán tienes pues ve a hacerlo sin mí. No soy necesario en nada de lo que has planeado pobremente. Así que ve, y mata a los que quieras y muérete en el proceso, maldita sea.

—¡¿Crees que es fácil obtener información?! ¡He trabajado robando datos, he amenazado idiotas con cortarles las extremidades una a una si no abren la boca o similares y me cuenten lo que necesito saber! ¡Incluso filtrar datos de La Guardia sabiendo que me van a matar si me descubren!

—Yo nunca te pedí que lo hicieras, así que deja de restregarme eso en la cara. Fue tu decisión, y si te matan va a ser únicamente tú culpa. A mí no me vas a salir con malditos regaños o chantaje alguno. ¡¿Con quién demonios crees que hablas?!

Sarah dejó de escribir, no entendía de qué hablaban esos dos, pero con el tono cualquiera se daría cuenta que se trataba de una pelea. De haber entendido hubiese aprendido como usar numerosos adjetivos con el objetivo de ofender y frases que chocaban culturalmente las unas con las otras. Cuando la comunicación se dio por finalizada era evidente que Mark sostenía con fuerza el dispositivo que era usado al momento de conducir, él ya le había contado que podía ser bastante idiota y grosero cuando se dejaba llevar por el enfado, pero no era tan importante hacer énfasis en ello. Solamente buscó hablar sobre otra cosa, y que su sangre dejara de hervir, no le diría que se calmara, era algo que haría él mismo; pero de haber sabido lo que dijo Oonna se hubiese unido a él en esa discusión.

No preguntó ni a dónde se dirigían, pero se llevó una sorpresa al ver a la Brisa Dorada, pensó que tal vez era una nave de diseño similar, pero esa posibilidad se vio descartada al escuchar la voz de Damian. Una vez entraron a la zona de embarque el cemaran descendió y ella le siguió, los tripulantes que ya conocía se portaban realmente amables y alegres. Consideró que su amigo les pediría que le dejaran quedarse allí, pero al ver a Oonna se sintió realmente perdida, no debía estar allí, se encontraba en una reunión de ladrones.

—Al fin te dignas en llegar... Pensé que harías una escena digna de un niño maltratado, y no tendrías el valor para venir.

—Cierra la boca, que entre los dos, el menos cobarde soy yo.

Damian le preguntó a Sarah por lenguaje de señas qué había pasado entre esos dos, pero se limitó a decir que no había entendido. Ella se mantuvo en silencio en una esquina mientras los demás hablaban sobre el cómo de dividirían los trabajos, al parecer pensaban dar todos esos golpes a la vez, por fortuna para ella aquel ser humano le traducía y explicaba. Cuando la reunión terminó fue testigo de cómo muchos se marcharon para llegar a tiempo y prepararse para cuando se diera el aviso e ir a cumplir con sus respectivas partes. Aún se preguntaba qué haría ella, era cierto que la Brisa Dorada no iba a combatir directamente, sino que emplearían naves inferiores propiedad de aquellos tripulantes, pero eso no le quitaba la incomodidad que le invadía al estar en ese escenario. Por más que fuesen amables no sentía que pertenecía a ese sitio, y no es que le preocupara que La Guardia les detuviera, solo era la sensación de encontrarse involucrada en algo en que no debía. Lo pensó bastante, pero fue a hablar con Mark, este parecía haber arreglado de alguna forma la discusión que tenía con Oonna, o tal vez solo habían dejado de pelear para enfocarse con aquel trabajo. Aquel hombre nuevamente se estaba administrando una dosis de aquel psicotrópico, se miraron por unos segundos y él apagó ese mal llamado cigarrillo solo porque sabía que a ella no le resultaba agradable.

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