2| Casa.

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capítulo dos
Casa

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La pelirroja tuvo que reunir fuerzas para poder despegarse del espléndido calor que le brindaban las sábanas de la cama, no había dormido así en años. Miró a la cama de su hermana, la cual se encontraba vacía, y tras recorrer la habitación con la mirada la descubrió armando una de esas escenas únicas de los libros en la ventana; Llevaba el cabello suelto mientras sostenía unas flores blancas en la mano y agradecía a una ficticia reina de hielo. Sonrió ante eso, y se levantó de la cama para empezar a vestirse sin interrumpir el monólogo de la otra Shirley.

Addison alisó la tela de su vestido tras ponérselo y tomó un cepillo que reposaba sobre la mesa de noche a un lado de la cama, justo a tiempo para la entrada de la Señora Cuthbert.

—¿Qué están haciendo?. —preguntó pasando sus ojos de Addison hacía Anne, quién aún estaba en pijama— ¡Tú, hora de vestirse!

—Estaba imaginando que era una hermosa princesa y que esta era mi cámara secreta en lo alto de una torre de piedra. —empezó a relatar la muchacha mientras comenzaba a vestirse—

—Ya basta de esas cosas. —sentenció Marilla Cuthbert haciendo la cama de Anne, Addison se apresuró a arreglar la suya e ir en ayuda de la señora. Si querían quedarse debían demostrar que eran merecedoras de hacerlo—

—Perdón. —habló Addison— Es que su habitación y ese hermoso Cerezo, ofrecen una gran amplitud para la imaginación de mi hermana, Señora Cuthbert.

—También deseé que nos dijeran que decidieron que nos quedaremos. —exclamó Anne tras ponerse su última prenda—

—Hagan su maleta y vayan abajo. —fueron las palabras de Marilla antes de cruzar la puerta— Iremos con la Señora Spencer luego de desayunar.

—Al menos lo intentaste, hermana. —murmuró Addison colocando su mano en el hombro de la nombrada una vez que la señora se alejó—

Ambas hermanas se apresuraron a alistarse, Anne rehízo sus trenzas mientras que Addison prefirió dejar su cabello suelto; le gustaba sentir el viento jugar con el mismo y ver sus mechones cobrizos danzar en todas direcciones. Antes de salir de la habitación, Anne Shirley guardó una rama del Cerezo en su maleta, como una promesa para no olvidar aquel hermoso lugar.

Una vez abajo, Marilla revisó la maleta de ambas huérfanas en busca de algo que pudieran hurtar, obviamente no encontró nada y al dar con la ramita de Anne, la tomó y la metió directo en la chimenea. El desayuno transcurrió con intentos fallidos de Anne de iniciar una conversación hasta que la señora Cuthbert le ordenó que cerrara la boca.

—Te aviso que mande a preguntar si el niño francés aún se encuentra disponible para trabajar. —anunció el señor a su hermana, Anne se puso de pie apoyando ambas manos en la mesa—

—Sabemos ordeñar vacas y partir leña. —tomó su plato y el de su hermana, quién se sorprendió cuando le quitaron la comida deliciosa más no se atrevió a decir nada para contradecir a Anne— Sabemos lavar ropa, planchar, sacudir e infinitas cosas más si nos dan la oportunidad.

—Yo lavaré los trastes y Anne los secará, Señora Cuthbert. —anunció Addison levantándose de su lugar y ayudando a Anne a levantar la mesa—

𝐀𝐝𝐝𝐢𝐬𝐨𝐧 | Gilbert BlytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora