3| Oro

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╔══════════❈══════════╗
capítulo tres.
Oro

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Esa mañana nada parecía ir fuera de lo común. Addison y Anne habían acordado turnarse con respecto a la enseñanza de Jerry y los quehaceres domésticos para no descuidar ninguna de las dos labores. Hoy le tocaba a la pelirroja mayor ayudar a Marilla con las tareas del hogar por lo que despidió a Anne cuando la vió salir con dirección al granero.

Las gotas de la lluvia impactaban en la ventana de la cocina  mientras Addison se disponía a juntar toda la ropa sucia en el lavabo junto a la señora Cuthbert. De reojo, vió como un empapado Nate aparecía por la puerta principal y subía rápidamente las escaleras. El clima no le permitía trabajar adecuadamente y quizá por eso había vuelto temprano a la casa.

—Que descuidada soy. —murmuró Marilla atrayendo la atención de la joven— He olvidado preguntarle a Nathaniel si tiene algo para remendar o lavar. Ve a preguntarle tú, yo sigo con esto.

—Está bien. —contestó Addison secando sus manos y caminado en dirección a las escaleras—

Sin tanta dilación, se encaminó por el pasillo hasta la habitación del inquilino en cuestión. La puerta estaba abierta y eso le permitió divisar al joven de espaldas secándose el cabello, Addison se recostó levemente sobre el marco de la puerta y carraspeó llamando la atención del contrario.

—Disculpa la interrupción. —dijo la chica antes de proseguir— ¿Tienes ropa que remendar?.

Nathaniel se dió vuelta por completo, dejando a la vista su camisa desabotonada y parte de su torso. La pelirroja centró su atención en el rostro de él.

—¿Te puedo dar esta camisa?. —preguntó él mientras se la quitaba, quedando la parte superior de su cuerpo desnudo. — Le rompí el puño. —agregó acercándose a la muchacha para entregársela junto a una sonrisa—

Addison tomó la prenda un tanto nerviosa por la cercanía de ambos, sus mejillas quizá estaban tan coloradas como sus cabellos. Algo en Nate le causaba repelús, él podía ser un hombre bastante intimidante si se lo proponía.

—Siempre me atiendes tan bien. —le dijo Nate regalándole otra de sus sonrisas y acariciandole levemente la mejilla con la yema de sus dedos—

—Yo-o.. eh... —tartamudeo Addison dando unos pasos hacia atrás, fuera de la habitación.— No tardaré.

Dicho esto, se dió la vuelta y comenzó a alejarse de la habitación a través del pasillo. Cuando casi llegaba a las escaleras pudo escuchar claramente la voz del joven agradeciéndole, sin embargo, no se atrevió a voltear. Nate sabía ponerla nerviosa.

—¿Tenía algo que arreglar?. —preguntó Marilla viéndola entrar nuevamente en la estancia—

—Sí, esto. —contestó dejadamente a la par que le entregaba la camisa—

Tras pasar todo el día de acá para allá realizando las tareas del hogar y una que otra de la granja, la noche cayó en Avonlea. Addison se encontraba leyendo sentada en su cama cuando Anne tomó la vela que la estaba iluminando.

—¡Oye!. —dijo Addison en un tono de leve de reclamo y luego observó la mano de su hermana, la cual tenía algo envuelto— ¿Qué llevas ahí?.

—Es un regalo para el señor Dunlop. —contestó la otra Shirley contenta— Ven, vamos.

La mayor de las mellizas no tuvo tiempo de negarse ya que su hermana la tomó de la manga, obligándola a ponerse de forma rápida su calzado. Ambas cruzaron rápido el pasillo y las escaleras, llegando frente al hombre en cuestión, quién estaba charlando con Nate en la sala.

𝐀𝐝𝐝𝐢𝐬𝐨𝐧 | Gilbert BlytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora