9| Gracias

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Capítulo nueve
Gracias

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—Buenas tardes, Ministro. —saludó Anne al hombre que pasaba a su lado y éste le devolvió el saludo— Estamos aprendiendo a hornear, ¿quiere un pan?.

Ruby suspiró como enamorada al ver sobre el tejado y no le hizo falta a la pecosa mirar para saber de quién se trataba. El ministro aceptó un pan, que le fue entregado por Anne y siguió su camino al igual que las niñas, quienes escucharon la voz de su compañero de escuela, Billy Andrews.

—Miren, Fueguito y su hermana la fenómeno junto a su nueva trilliza. —casi gritó el rubio mientras dejaba de martillar y se paraba a mirarlas con una sonrisa burlona—

—Mientras traigan comida, no me importa si es Cuasimodo. —agregó Blythe mientras martillaba a su lado sin quiera voltear—

Idiotas, pensó Addison mientras caminaba con Ruby al lado hasta que la rubia se tropezó con algo y cayó de bruces al suelo. Andrews comenzó a reír confirmando la teoría de la pelirroja.

—Oh, Ruby. —exclamó Addison mientras la miraba preocupada junto con Anne— ¿Estás bien?.

Ruby sólo se dedicó a sollozar tras sentarse en el suelo con la cabeza mirando hacia abajo y evitando a toda costa que las hermanas la ayudaran.

—Las niñas son unas inútiles. —volvió a hablar Billy mientras reía y Addison volteó a mirarlo— Se hubieran quedado en la cocina.

—¿Quién te crees para decir eso?. —le contestó alzando la voz Anne—

—Vayanse a hornear galletas.—finalizó Andrews apoyándose en el barandal donde minutos atrás estaba trabajando—

—¿No estás viendo?. —se volvió a meter Gilbert dejando su trabajo de lado para señalar a su dirección con la cabeza— Ya las hornearon.

—Esta es propiedad de Ruby, ¿ya se te olvidó?. —preguntó Anne cansada de tanto parloteo inútil por parte del chico—

—¿Tú por qué no te vas?. —le contestó el idiota de pelo rubio y sonrisa socarrona— No estorbes a los hombres.

—¿Por qué no me das ese martillo para que haga el trabajo yo misma si tú estás más ocupado con insultos que con trabajo? —respondió Addison ya enojada mientras escuchaba algunas risas de los hombres allí presentes— Por si no te diste cuenta, las mujeres podemos hacer tanto o más que los hombres. No es mí culpa que eso no entre en tu pequeña cabecita, Andrews.

—Ruby, te ayudo. —dijo Gilbert, que había bajado del tejado y se había dirigido donde ellas mientras la pelirroja gritaba—

El chico tomó a la rubia del antebrazo y la ayudó a ponerse de pie, luego, tomó el sombrero de la misma y lo sacudió para entregárselo ante la mirada de las mellizas.

—Gracias, Gilbert. —dijo casi en un suspiro Ruby. Addison juraría que la manera en la que la rubia había batido sus pestañas haciéndole ojitos era casi sobre humana —

—De nada. —sonrió de lado el pelinegro y luego dirigió la mirada a las otras dos— Gracias por venir a alimentar a las bestias.

—Muchas gracias. —agradeció el señor Cuthbert llegando donde las mellizas y tomando un pan de la canasta—

—De nada. —le sonrío Anne al hombre con dulzura, él devolvió la sonrisa mirando a ambas—

—Matthew, ¿podrías llevar la canasta a casa cuando vuelvas?. —preguntó Addison pidiéndole un favor y sonrío cuando él acepto—

𝐀𝐝𝐝𝐢𝐬𝐨𝐧 | Gilbert BlytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora