5| Hallazgo

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capítulo cinco.
Hallazgo

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—Gracias por ayudarme a enviarla, Rollings. —agradeció Addison entregándole la carta al hombre—

—Esta correspondencia parece oficial. —contestó el mayordomo de la tía Josephine—

Luego de dejar por un tiempo la carta dirigida a Gilbert Blythe guardada junto a las otras tantas que tenía en su cajón, Addison decidió que ya era tiempo de enviarla. Es por eso que se encontraba en la sala de Josephine Barry junto a la familia de Diana y su hermana Anne.

—Espero que el sobre de la carta haga juego con el contenido. —dijo Anne sentada a un lado de Josephine— Esto podría cambiar la vida de Gilbert.

—Bueno, Rollings va a investigar el paradero del muchacho por ti, Addison. ¿No es así, Rollings?. —dijo la dueña de la casa—

—En efecto, eso dije. —respondió el aludido—

—Si se encuentra en un barco de vapor, no debe ser un problema descubrir en cual está o donde va a atracar. —aseguró la mujer—

Addison se sentó a un lado de Anne. Minnie May se acercó a ella y le entregó un dibujo de ambas jugando, la pelirroja le agradeció con una sonrisa antes de ver como la pequeña se alejaba para seguir en lo suyo.

—Puede que deba dar dinero en el proceso. —admitió Rollings mientras servía una taza de té para su jefa—

—Sí, aflojale la lengua a quién haga falta. —rió la mujer—

—Addi, pensar que tus palabras cruzarán el océano para dar noticias de oro. —exclamó Anne entusiasmada mientras abrazaba por los hombros a su hermana—

—¿Es el certificado del oro?. —preguntó William Barry desde el sillón individual viendo el papel en las manos de Rollings— ¿Te dijo Nathaniel que me lo dieras para mi transacción bancaria?

—No. Es una carta, señor. —respondió Addison confundida por la pregunta—

—La que acabamos de discutir. —agregó el mayordomo. La señora Barry cerró los ojos mientras suspiraba pesadamente por lo despistado que era su marido — A fondo, hace un momento.

—Rollings. —advirtió Josephine—

—Debes estar muy cansado, cielo. —habló la mamá de Diana— Ya deja eso ahí. —el señor le hizo caso, dejando su pequeña copa de alcohol sobre un mueble a su lado—

—Es medicinal. —se excusó el hombre antes de levantarse —Bueno, ya es hora de retirarnos, cielo. —le brindó su mano a su esposa pero ella se levantó del asiento por sí sola—

—Vámonos, Minnie May. —habló la señora Barry tomando a su hija de la mano y arrastrandola fuera de la estancia—

—Buenas noches. —saludó la niña y le sonrió una vez más a su amiga pelirroja—

El señor Barry se despidió con un gesto y salió detrás de ellas, dejando a las tres muchachas con la tía Josephine. Diana, que no había dicho palabra alguna desde hace rato, suspiró aliviada. Addison decidió pasarse al sofá donde antes estuvo la señora Barry para tener más espacio.

𝐀𝐝𝐝𝐢𝐬𝐨𝐧 | Gilbert BlytheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora