9. Huida de España.

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En mi sueños recordaba que le había vuelto a ver, en su deportivo rojo, con esa chaqueta de cuero y esa barbita... Y se me acercaba y me empezaba a decir en italiano unas cosas, que lo mismo me estaba poniendo de guarra para arriba, pero sonaba tan sexy que...

-¡Mamá! ¿Por qué sonríes mientras duermes?

-Niña, ¿qué haces a estas horas despierta?

-Tengo hambre-dijo acomodandose en la cama.

-¿Hambre?

-Si, hambre, gusi, gusanillo, vacío en la tripa, rugido de un león en mi interior...

-Aida, son las 4 de la mañana. Coge lo que sea y vete a dormir.-le reproche medio dormida.

-No puedo, me apetece tortilla.

-Haztela tú.-dije medio dormida y sin pensar seriamente.

-No puedo tengo 6 años, aunque claro si quieres que incendie la casa, ¡Trato hecho!-dijo mientras corría en dirección a la cocina.

-Ni se te ocurra Aida-dije levantandome ya despierta.

-Has visto esa es una buena manera de levantar a alguien , bueno mami ya sabes como me gusta la tortilla, me voy a ver Mía & Me.

Mientras preparaba los huevos, sacaba la sartén, ponía el aceite a calentar, etc. Llamaron al telefonillo.

-¿Si?, ¿Hola?, seréis desgraciados os juro que como volváis a venir por aquí a estas horas os reviento la...

-Ahí estamos mami, con sensibilidad.

-Tu calla y mira la tele, desgraciada.

Din don.

-¿Si?

-Señora Rodríguez, somos del departamento de homicidios, ¿puede abrirnos?-dijo el policía.

-¿Me puede enseñar su placa?

-Si claro-dijo mostrándomela a través de la mirilla.

Lo que pensé fue, es falsa.

¿Que como lo sabía? Mi padre fue policia de homicidios estaba harta de esconderle la placa de pequeña.

-Aida, Aida, chss-intentaba llamar a mi hija.

-Digamelon.

-Escondete, ahora.-le contesté. Me obedeció al instante, un milagro divinino.

Me asegure que mi hija estaba escondida y fui a la cocina a coger la sartén.

-¿Todo bien señora Rodríguez?

-Si, por supuesto ya le abro, problema con el pestillo.

En cuanto abrí la puerta... Me lie a sartenazo limpio, en la cabeza, en la tripa, en las piernas... Vamos que le deje tirado en el suelo, para asegurarme bien le pegue una patada en los testículos, canasta. No le dio ni tiempo a sacar la pistola.

Nada más acabar de pegarle apareció Ashton con una pistola en la mano, nos miramos boquiabiertos y dijo:

-Vamos.

A lo que asentí y dije:

-Aida, sal ya. ¡Nos vamos a Italia!

Pistolas de amor (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora