Capitulo 4

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Eva lanzó otra bola de papel al cesto de basura que tenía junto al mostrador. Falló y puso una mueca suspirando. Tenía media hora intentando dibujar unas manos. Adoraba dibujar y adoraba ponerse retos, y las manos últimamente le estaban costando bastante. A veces pensaba que eso era en lo único que era buena. Para las demás cosas de la vida, apestaba bastante.

No era buena en tener una vida responsable como todo el mundo, no era buena en llevar las clases al día, no era buena en no aburrirse en ese puto trabajo al que nadie iba a alquilar o comprar películas, no era buena en las relaciones, no era buena en las relaciones con su familia...bufó apoyando la barbilla en su mano.

Miró el reloj. Aún faltaban unos cuarenta minutos para cerrar.

En las pantallas del local había videos musicales de música comercial que ella odiaba. Su jefe insistía en que era la música que le gustaba a la gente así que esa sería la música que tendrían allí. Bueno, la gente definitivamente tenía un gusto musical del culo.

Ella había aprendido a apreciar la buena música desde muy temprana edad, y tocaba el bajo. Cuanto estaba en Noveno grado, ella y un grupo de amigos habían intentado formar una banda. Al final se la pasaban más tiempo fumando porros que ensayando, pero había sido divertido.

Se asomó y vio la calle solitaria así que puso un poco de música de su gusto.

Ya había hecho inventario, había reordenado la sección de acción, incluso se había hecho selfies en la sección triple equis para hacer la coña.

No es que todos los días fuesen así. Había días más movidos en los que había muchos clientes, y en los que incluso el tío extraño venia hasta dos veces al día.

Sonrió pensando en él.

Era un hombre de unos cuarenta años que siempre entraba charlando alegremente por teléfono con Dios sabia quien, entraba en la sección de películas para adultos, merodeaba por allí sin dejar de hablar por el móvil, a veces alquilaba alguna, a veces no y siempre se llevaba una gaseosa de uva.

Y venia al menos tres veces a la semana.

Era un tipo muy raro. Pero al menos hacía del día de Eva más entretenido.

Pensar en las selfies le hizo recordar que le había enviado una a Juliana hacía un rato y esta no le había respondido. Se mordió el labio merodeando por la tienda, mirando la última conversación que habían tenido por mensaje. Consistía básicamente en Juliana diciéndole que podía ir a su casa, que tenía una hora libre.

En eso consistía su relación. Encuentros furtivos, rápidos, sin demasiadas charlas.

En realidad, se había sorprendido cuando la morena había aparecido en la barbacoa. No lo esperaba, y aunque fuese una estupidez, le había dado un poco de esperanza con respecto a que quizás, solo quizás, Juliana Valdés la veía un poquito más allá que solo un rollo.

Aunque en el fondo sabía que estaba siendo estúpida, porque Juliana Valdés no estaba con una sola chica más de un mes.

Incluso más de una semana.

Ella no se lo preguntaba, pero supuso que estaba viendo a otras. Eva lo había intentado, pero una vez que estabas con alguien como Juliana, era difícil que otras personas te resultaran interesantes.

Sus dedos se movieron por inercia y comenzó a escribir antes de darse cuenta:

Yo: ¿Ocupada esta noche, Valdés?

Justo en ese momento entraron un par de chicos así que fue hasta el mostrador por si alguno quería preguntar algo o querían alguna recomendación. La única ventaja de trabajar en ese lugar era que podía ver películas gratis y hartarse de ellas. Sobre todo, con la excusa de que tenía que hacerlo para poder recomendarlas a los clientes.

In Too Deep (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora