Toda novela, historia, cuento o lo que sea que se escriba, comienza con un protagonista que tiene algo que contar, algo que le ocurrirá y lo cual supondrá una gran trama que dará vida al libro, algo a lo que él está destinado y que sucederá de una forma tan idílica que te hará pensar que estás ante un Best Seller. Esta vez no, esta vez es diferente. Aquí no hay protagonista, ni una historia que contar, no hay personajes ni un lugar en el que enmarcar unos hechos, no hay absolutamente NADA. Perdón, rectifico, en realidad sí que hay algo... Estás tú, que me estás leyendo, y estoy yo, que estoy escribiendo para ti. Y te preguntarás, como puede ser que yo esté escribiendo para ti sin ni siquiera saber quién eres tú, ni cuando me vas a leer, ni cómo lo vas a hacer, o quizás si me llegarás a leer algún día. A pesar de todo esto, yo escribo para ti, y no lo puedes negar, me jugaría todo lo que tengo ante cualquier persona de este mundo a que en esto tengo la razón absoluta, porque estoy escribiendo para ti que lo estás leyendo tumbado en la hamaca de la playa mientras tus hermanos juegan en la arena a hacer castillos que con el agua caerán derrotados, pero también escribo para ti que estás sentada en el sofá de tu casa con un café calentito y una manta tapándote las piernas en un gélido día de invierno, y por supuesto que escribo para ti que estás en una habitación de una Vila Universitaria de Barcelona y estás leyendo esto con la pequeña esperanza de que esta vez si, esta vez sea la correcta, de que esta vez estés leyendo el relato de tu vida que siempre te acompañará contigo y que será ese primer y único relato especial que te marque y te haga sentir diferente, te eleve hasta las nubes sin miedo a caer, con el que te sientas libre, pero que a la vez te enganches de él, en una lectura intensa, sin descanso, que devores sus páginas como si del último día de su posesión se tratase, que lo leas con ansias de llegar al final para descrubir que este es feliz, como tú esperabas, y que no te llevas otra decepción de un cuento frustrado y otra princesa sin su príncipe amado.
Y en efecto, ya te vas dando cuenta de que llevo la razón, de que escribo para TI. Y poco a poco te irás dando cuenta de lo precioso e inefable que es esto. Como yo, puedo escribir en un sitio diferente, a una hora completamente distinta, de una forma totalmente nueva, pero que siempre estaré escribiendo para ti, que me estarás leyendo cada vez en un sitio diferente, a una hora completamente distinta, de una forma totalmente nueva, e incluso que puede que no seas la misma persona.
Y esto, es lo bonito de escribir, que escribes desde tu interior, hacia el mundo. Conviertes impulsos nerviosos que fluyen de neurona en neurona en palabras con una cohesión y una coherencia idónea para enganchar al lector, escribes desde el corazón, otra veces desde la cabeza, pero siempre escribes tú, y como os he dicho antes, te escribes a TI, tus palabras, tus frases, tus cuentos o novelas, te definen incluso mejor que tú mismo, así que venid que os mostraré la historia de mi vida. Esto es ¿el comienzo?