Un atardecer en lo alto de la montaña, el romper de las olas contra las rocas en la playa, probar un plato nuevo y saborear todos esos matices que jamás antes había experimentado tu paladar, un beso de despedida a la noche al dejar en la puerta de casa al amor de tu vida que sabe a un "te quiero" sincero desde el corazón, ver las estrellas tumbados en el césped y perderse entre todas ellas buscando la nuestra, ilusionarse al ver la Luna un poco más grande de lo normal y contemplarla como lo antiguos griegos idolatraban a sus dioses, el primer bocado de esa tarta de queso que tanto me gusta, meterse a la cama tras un día agotador y sentirte realizado con lo que has hecho durante la jornada, despertar y recordar cada segundo del sueño que has tenido, la brisa del mar en una tarde acalorado, un paisaje vulgar que se convierte en un paisaje digno de un cuadro de Monet simplemente por la compañía en que lo ves y disfrutas y la manera que esta te hace contemplarlo, el sonido del rio y la noche al asomarme a mi ventana precio a conciliar el sueño, el roce de tu mano sobre mi cara, la sensación de tus suaves palabras acariciando mi oído, toda tu piel en contacto con la mía... son todos esos pequeños detalles los que le dan sentido a la vida, y son todos esos detalles los que en conjunto hacen de esta un lugar único y espléndido para cada uno de nosotros. Diferente al de los demás, con sus cosas buenas y sus malas, pero que no tendría razón de ser sin cada uno de estos detalles que nos permiten vivir de verdad entre todos esos momentos de rutina y estanqueidad que el trabajo o las obligaciones nos obligan a sentir en algunos ratos. Porque la vida es una montaña rusa de emociones, sensaciones, sentimientos, pensamientos, alegrías y tristezas, momentos, descansos... Un constante sube y baja de vivir, de momentos en los que te sientes en la cima del mundo viendo las estrellas de la mano de tu chica mientras escucháis vuestra canción y sientes felicidad plena y desearías que ese momento en lo más alto de la montaña rusa no acabase nunca, y momentos en los que te despiertas por la mañana y te preguntas el sentido de la vida o que finalidad tiene tu existencia, que sientes lo hondo que puede llegar en ocasiones la montaña rusa de tu vida y lo lejano que están aquellos momentos en los que te sentías en la cima. Y es que no todos los días son buenos. Ni si quiera todos los días tienen porque ser aceptables. Habrá días de mierda en lo que no tengamos ganas de nada y no hagamos nada. Y será en esos días en los que más duro habrá que luchar por seguir adelante y salir de ahí. Es en esos días cuando realmente nos conocemos a nosotros mismos y las ganas y ambición que cada uno tiene por conseguir aquello que anhelamos. Son esos días cuando el que tiene una mente proactiva sabe como salir adelante, en los que hay que luchar por volver a esos momentos de gloria, por seguir viviendo a base de momentos y que de momentos se conforme nuestra vida. Y cuando nos sintamos estancados sin nada motivante, sepamos crear nuestras motivaciones nosotros mismos y conseguirlas. Porque como he dicho, no todos los días son buenos, pero siempre hay algo bueno dentro de cada día. Y es que hasta en nuestro peor día tendremos algo de lo que aprender, algo con lo que ver el vaso medio lleno y que nos dé una pizca de esperanza de que mañana será mejor. Y siempre pensar eso, que mañana será mejor, y al siguiente mejor aún, y dentro de una semana mucho mejor. Y tener esa ambición de crecer, esa motivación por mejorar, por disfrutar de las pequeñas cosas de la vida que la hacen tan bella, por ser feliz con cada pequeño detalle, valorar desde lo más pequeño hasta lo más grande, gozar del viaje de nuestra vida y que cuando miremos atrás y recordemos no haya fechas marcadas, si no momentos grabados en nuestra mente. Porque aquellos que consigan librarse de la vida como un continuo acontecimiento de días monótonos que se suceden unos tras otros y perciba la vida como el disfrute de cada pequeño momento y detalle, el percibir y valorar el lado buenas de las cosas, ser feliz con lo más mínimo y saber apreciar todo aquello que la vida nos de, disfrutar la vida tal y como es y saber que esta la podemos vivir como cada uno queramos, que somos dueños de nuestra felicidad y solo de nosotros dependemos para ser felices con nada o infelices con todo, que mientras tengamos paz, amor y salud, todo lo que nos venga estará de más y nos sobraría pas ser felices, para ser feliz desnudo y sin nada en mitad de la montaña con el amor de mi vida mientras contemplamos el paisaje, la puesta de Sol, las estrellas y la Luna.