¿Porqué eres así?

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¿Porqué eres así? Tan perfeccionista.

No lo sé, no me conformo con cualquier cosa, siempre quiero más y mejor. Muchas veces esto te dará cosas buenas pero otras tantas te causará dolores de cabeza. Siempre quieres que todo salga bien, a tu manera, como lo habías pensado en tu mente. Y si no sale así, como tú querías, te jode, y mucho. Que siempre estás dándole vueltas de cómo mejorar las cosas, de cómo hacer el plan perfecto, de cómo hacerla feliz al máximo, de cómo ser un tío de 10, de que toda tu vida salga como tú esperas. Y todo eso no viene porque si, no cae del cielo. Te lo curras, lo trabajas todos los días, no paras hasta conseguir exactamente lo que tú querías. Y cuando lo consigues te invade un sentimiento de satisfacción, de un logro conseguido, de realización contigo mismo, que es brutal, es como una droga a la que estás enganchado. Pero cuando no lo consigues... ahí viene el problema. Cuando empiezas a ver que las cosas se tuercen, cuando te das cuenta de que puede que no salga como tenias pensado. Es ahí entonces cuando te invade el sentimiento contrario, un sentimiento de fracaso, de haber fallado, de no haberlo logrado. Y piensas ¿qué he hecho mal? ¿Qué más podría haber hecho? Y quizás el problema no esté en qué has hecho mal o qué más podría haber hecho, si no en aprender a que no siempre las cosas saldrán como tú esperas, aprender a no exigirte ser perfecto porque entonces, sí que tendrás un problema. Si siempre te exiges el 100%, sin descanso, esperando que todo salga como tienes planeado, que esa primera cita perfecto que habías pensado acabe con ese primer beso precioso que te has imagino mil veces, que ese examen que llevas preparándote un mes te salga de 10, que el viaje que llevas esperando años y que has planeado al milímetro salga todo sobre raíles. Y es entonces cuando todo puede salir mal, en cuanto salgo se desvíe de tu camino todo provocará un efecto dominó que hará que todo se descarrile. Y tienes que aprender de ello, que a veces lo más bonito no es aquello que es perfecto, si no las imperfecciones que hacen a las personas, momentos o sitios, únicos. Que aprendas a improvisar, planes de la nada, besos robados o preguntas inventadas. Que no planees tanto y vivas el momento, que disfrutes a cada segundo sin estar pendiente de que todo sale como esperas, que te libres de tus pesos y simplemente aprendas a valorar cada momento como si fuera el último y que lo vivas al máximo. Que cuando llegues a la cama tras un largo día y cierres los ojos no te pongas a pensar en qué podría haber ido a mejor, si no que lo valores tal y cómo ha sido y lo aceptes, haciendo así de ese día lleno de imperfecciones el mejor día. Que cuando cierres los ojos no te arrepientas de aquello que dejaste de hacer o que no atreviste con ello, que es mejor arrepentirse de eso que has hecho y quizás salió mal, pero nunca quedarte con las ganas. Que son esas imperfecciones las que nos hacen únicos, esa pareja imperfecta pero que juntos son uno, ese viaje en el que acabas haciendo cosas que nunca habrías imaginado y que recordarás para siempre, ese examen en el que te bloqueaste y no te salía nada y que lejos de mirarlo como un fracaso aprendas a canalizarlo y saques de él que sólo era un examen, que hay millones de cosas más importantes por las que preocuparse.

Y es así, porque a la vez eres tan perfeccionista, tan inconformista, tan detallista que habrá veces que te rayes solo por el hecho de pensar ¿y si ya no le gusto porque no me habla como antes? ¿O si me saldrá mal el examen porque me pondré nervioso? ¿O quizás el viaje sea una mierda porque no hemos planeado nada? Y no está mal preocuparse por esas cosas, en alguien como tú, tan perfeccionista, es normal. Pero también deberás valorar esa parte de locura, de improvisación, de impulsividad que tan únicos hará tus momentos, tus personas, tus lugares. Que los hagas únicos para ti, que sientas el momento y lo aprecies como si fuera el último, que la beses cada vez como si fuera vuestro primer beso, que vayas al examen tan relajado como si no te jugaras nada, que te vayas de viaje con ganas de aventuras, de descubrir sitios nuevos y te dejes llevar sin importar a donde vas.

Porque eres así, a la vez tan perfeccionista, tan impulsivo y tan improvisado.

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