Los días ya no son días si no estás aquí. Las mañanas ya no son mañanas sabiendo que no tendré un mensaje tuyo en mi teléfono al despertar. La música ya no es música si cada canción que hablaba de nosotros ahora lo hace de otra pareja. Las películas ya no son películas cuando veo una escena bonita de amor y no me la puedo imaginar contigo. Las noches ya no son noches desde que no puedo dormir. Y los sueños ya no son sueños desde que se convirtieron en constantes pesadillas en las que te pierdo una y otra vez. Las comidas ya no son comidas, no hay desayunos, comidas ni cenas desde que se me cerró el estómago al escuchar aquellas palabras de tu boca. Las tardes ya no son tardes sin verte por videollamada a kilómetros de distancia y sentirte a mi lado. Mi móvil ya no es mi móvil desde que me vi obligado a quitarte de mi fondo de pantalla para no partirme el corazón cada vez que lo encendiese. Las palabras ya no son palabras si ya no expresan mis sentimientos hacia ti. Estos textos ya no son textos cuando sé con certeza que ya no los leerás y me dirás que te ha encantado. Mi vida ya no es mi vida si no es contigo. El futuro ya no es futuro desde que lo rompiste en pedazos y lo lanzaste al vacío.
Mataste a esos dos hijos rubios de ojos azules, a Fer e Irina Viana Negruta. Cancelaste esos viajes que íbamos a hacer el próximo verano y que con tanta ansia esperábamos. Mandaste a la mierda nuestro futuro juntos en Barcelona, vivir en Andorra y nuestros trabajos de publicistas. Borraste nuestra playlist de Spotify en la que todas las canciones eran nuestras. Rompiste todas mis ganas de seguir luchando, de seguir adelante, la motivación que me dabas, el empuje que me hacía creerme que podía con todo, la ilusión que me dabas, la felicidad. Me rompiste el corazón en mil pedazos y los esparciste en cada sitio en el que nos habíamos besado.
Carpe diem, aprovecha el momento, vive el presente. Esa era mi filosofía de vida, esa era la vida que quería contigo. Hasta que llegó el día, ese en el que el presente que tanto quería vivir dejó de tener sentido cuando me alejaste de ti. Alejaste todo lo que habíamos vivido. Alejaste aquellas veces que corrimos de la mano sin si quiera haber andado antes. Alejaste esas canciones que compartíamos el uno con el otro porque cada vez que la escuchábamos nos recordaba al otro. Alejaste cada beso que nos dimos como si fuese el último, alejaste mis labios de los tuyos, los despegaste tan bruscamente que me dejaste con una cara de tonto que aún me dura. Alejaste mi mano de la tuya, esas manos que se apretaban la una a la otra y que parecía que transmitían una vibra especial, que nada ni nadie antes nos había hecho sentir. Alejaste tu pecho del mío en cada abrazo que nos dimos, alejándote de esa seguridad que te daban mis brazos agarrando tu espalda. Alejaste nuestros cerebros, esos que parecían conectados a cientos de kilómetros de distancia, que siempre coincidían en cosas tan inesperadas que nos hacían creer aún más en esto. Alejaste algo que no puedes alejar, alejaste el destino de nosotros, ese que nos había juntado, lo alejaste de una patada. Pero el destino no lo puedes alejar durante mucho tiempo, el destino siempre vuelve y vuelves a colocar las cosas en su sitio, el destino siempre te devuelve a tu camino, el destino siempre te llevará allí donde seas feliz, siempre buscará el latido y lo encontrará, pese a que pase el tiempo, pese a la distancia, pese a todo, pase lo que pase. Nos alejaste, pese a que éramos felices, lejos de todas las historias, lejos de todas las dudas, lejos de cualquier otra cosa, cuando estábamos juntos éramos muy felices, vivíamos nuestros momentos como si fueran el último y deseando que aquellos momentos durasen para siempre, éramos felices cuando nos mirábamos a los ojos y todo a nuestro alrededor desaparecía, y lo sabes, sabes que lo nuestro era diferente, que desperté en ti una llama que había estado apagada toda tu vida y que sentíamos cosas que nunca nos supimos ni si quiera explicar. Nos alejaste, nos separaste cuando más ganas teníamos de estar juntos, nos separaste estando piel con piel, sintiéndonos uno, en el momento en el que más nos abrimos el uno al otro, en el que estábamos desnudos el uno frente al otro, a pecho descubierto, pero literal, viéndonos el corazón y hablándonos directamente desde él, de tu corazón directo al mío y viceversa.
Te quiero, yo te quiero, y por ello quiero verte feliz, quiero que te quedes conmigo, pero, yo siempre te dejaré la puerta abierta, siempre te diré que yo quiero que te quedes conmigo, pero ahí tendrás la puerta para elegir, cuando tú elijas podrás salir por la puerta y volar alto, nunca te retendré sabiendo que para ser feliz necesitas volar, y así siempre sabré que si te quedas conmigo es porque lo eliges de verdad y no porque no te queda otra opción. Te quiero, y quiero verte muy feliz, volando alto con o sin mí, quiero que me veas desde el cielo. Y si te vas, que sepas que siempre estaré aquí, que no te guardaré ningún rencor, porque tú me has abierto puertas que ni sabia que existían, me has enseñado cosas que no sabía, me has descubierto lugares que desconocía, y siempre estaré aquí para cuando decidas volver, con los brazos abiertos te esperaré y con las mismas ganas de seguir donde lo dejamos y seguir haciéndote la persona más feliz del mundo a mi lado. Contigo he escrito mis mejores textos, contigo he expresado mis mejores sentimientos, contigo he dado mis mejores besos y contigo he hecho el amor como nunca, contigo he descubierto el amor, y contigo siempre seré único y especial, siempre seré feliz.
Y lo único que espero de expresarte estos sentimientos es que si algún día llegas a leer esto, me lo hagas saber de alguna manera, te guste leerlo o no, me ames o me odies, me hables o no me dirijas la palabra, hayan pasado un día o un año, que podamos hablarlo y que estemos de la manera que estemos, nos queramos.