No quería despedirme de ella. Al momento en que nos acabamos nuestras bebidas y comida, me entró el pánico, no quería que la noche acabara ahí, así que la invité a ir a dar una vuelta al parque.
Aceptó y nos dirigimos hacia allá, recorrimos el lugar de pies a cabeza, creo que ninguna quería decir adiós. Habíamos tenido una asombrosa conexión y hablamos sin parar. Creo que ha sido de las mejores salidas que he tenido.
Dimos unas veinte vueltas al parque antes de que tuviéramos que despedirnos, al final nos abrazamos y prometimos que volveríamos a salir pronto. Todo el camino a mi casa estuve pensando en Molly, en su risa, su voz y sus movimientos. Era de las mejores personas que había conocido.
No me arrepentía de haberle contestado, y hasta le estaba agradecida a Natalia por tener una amiga tan genial como Molly.