Capitulo 12

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Era la voz de Verónica. Ahí, al lado nuestro, sonreía bailando con Lucía, y un
poco más atrás Keana y su pareja se nos acercaban al lento paso de la música. A mí y a Camila la interrupción de Verónica nos sacudió por igual de nuestro
embobamiento.

-Oye, Laur, vamos a tomar un trago al bar, o mejor invítanos a tu mesa.

-Sí, Lauren, haznos un espacio -se sumó Lucía.

-Preséntanos a tu amiga, Laur. -Keana me hablaba así, con franca amistad.

Las dos parejas habían dejado de bailar y estaban inmóviles junto a nosotros, a
la espera de mi reacción.

-Sí, sí, preséntala -pidió también Lucy.

Keana y Lucía se veían bellísimas con sus vestidos y sombreros sin duda sacados del baúl de su abuela inglesa. Dejé de bailar y Camila se mantuvo muy apegada a mí, ciñéndome con fuerza por la cintura, donde, además, sentí que me clavaba las uñas, quizá sin darse cuenta. Hice las presentaciones. Camila las saludó
en silencio. Keana se me aproximó y me dijo: "Es muy bonita, Lauren, pero de veras que es muy bonita. Te felicito, ahora me explico tu desaparición". Le agradecí con un gesto cordial.

-Fantástica tu tenida -le dijo Lucía a Camila-. ¿De dónde sacaste algo tan
original y llamativo?

-Del circo -contestó ella.

Las hermanas se echaron a reír, creyendo que se trataba de una broma.

-Ahora que te conocemos -dijo Keana- podemos hacer grupo antes de que este
par de tontas se vaya para el norte, y contigo a lo mejor hasta conseguimos que posterguen el viaje o, simplemente, se queden con nosotras, que es lo que deberían hacer si no fueran tan tontas las pobres.

La frase esa era muy larga y Camila miró a Keana, confundida.

-Bueno, si no vamos a ir a tu mesa, Laur, sigamos bailando -opinó Verónica,
obviamente para impulsarme a ir a sentarnos.

Pero Keana tomó la cosa de manera muy textual.

-¿Sabes, Lauren? -me dijo-, hace tantos días que no te veo ni la punta de la nariz,
¿por qué no bailamos un solo baile que sea?

Al escuchar la invitación, Camila me murmuró casi al oído:

-La araño.

-Tranquila -le dije.

-No, tú eres mía, yo la araño.

-Camz, tranquila.

-La muerdo.

-¿Qué pasa? -preguntó Keana. Había alcanzado a oír algo, pero no estaba muy
segura de haber entendido bien.

-¿Qué pasa? -repitió.

-Te araño -le espetó Camila en voz alta.

A pesar de la amenaza y del fulgor de los ojos de Camila, las hermanas no
atinaron a aclarar si mi acompañante bromeaba o no, y se miraron confundidas.

Sus palabras habían sido clarísimas, pero ¿sería posible? Yo mismo estaba
sorprendida. Nunca la había visto así; su sonrisa, sin desaparecer, fue fugazmente
poseída por un rictus que le infundió una expresión salvaje, casi animal. Me asusté un tanto, pero a la vez sentí que de sus labios entreabiertos emanaba una sensualidad primitiva que, sobre lo embarazoso de la situación, me rendía aún más a ella.

Verónica se dio cuenta de que la cosa estaba por ponerse fea. En verdad, en
cualquier instante Camila podía alzar la mano y marcarle la cara a Keana e,
inclusive, saltarle encima y darle una mordedura.

What Is Love? (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora