Capítulo 12

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~Verónica~

Anoche fue una noche difícil. Llore junto a Lucían la muerte de Atenea. Ella estuvo ahí para mi cuando estaba atrapada en la mansión de Marcel, fue una gran amiga en ese entonces.

—Lucían...

Aún no tengo idea sobre que le ha pasado a Rafael, o tan siquiera quién mato a Atenea. Mi madre fue cómplice de lo que paso, y eso provoca un enojo hacia ella en estos momentos. Lucían abre sus ojos y me mira algo soñoliento.

—¿Ocurre algo?

—Aún no me has dicho que fue lo que ocurrio realmente—murmuro mientras me acerco hacia él.

—No quiero hablar de eso—responde.

—Necesito saber todo, porfavor.

Asiente y me pide un poco de café por lo que voy hacerlo. Mientras tanto se sienta en la mesa de la cocina y comienza hablar.

《Yo hable con ella para que me ayudará a robarte, ella al principio no estaba de acuerdo pero sabía que ella no se iba a negar así que se lo pedí nuevamente y acepto. Estaba todo super planeado, pero no podía dejar de pensar: ¿Y si ella no puede? Por lo que no me quedé en el estacionamiento y fui hacia donde todo iba a ocurrir...》

Lo veo apretar sus puños y le entrego el café un poco preocupada. Así que en parte sí fue su culpa, él debía estar en el estacionamiento y no estuvo. Lo que no me cabe duda de que los hombres de Rafael cometieron tal acto.

—Fue mi maldita culpa Verónica, yo debía cuidar de todas...

Camino hacia él y lo abrazo. Siento un calor tan bien que me quedaría para siempre abrazandolo. No sé como debe sentirse pero no ha de ser nada bien. Coloca la taza en la mesa y me separa un poco de él para mirarme fijamente, su mirada viaja a mis labios y sin poder evitarlo muerdo suavemente mi labio inferior. ¡Mierda! A pesar de todo todavía tengo estos sentimientos por él.

Nos acercamos poco a poco, a sólo centímetros y siento las malditas mariposas en mi estómago. Acaricia mi mejilla erizandome los vellos de mi piel. Rompemos el espacio cuando nos unimos en un beso lleno de pasión y deseo. De pronto siento tantas ganas de quedarme con él para siempre.

—¡Demonios!

Nos separamos y dirijo mi mirada hacia mi mejor amiga quién está con una tonta sonrisa en su rostro. Bajo la mirada ocultando mis mejillas coloradas, nisiquiera miro a Lucían, sino que camino directamente hacia el baño.

Mierda Verónica, has revivido viejos sentimientos con tan sólo haberle respondido el maldito beso. Me hecho agua en la cara y doy un grito frustrado. ¿Porqué soy tan estúpida? ¿Porque caigo rendida de inmediato?

La puerta es tocada y al abrir es mi mejor amiga con una sonrisa pícara.

—¿Te pasa algo?—sonríe mientras levanta sus cejas una y otra vez.

—No, nada importante.

¿Segura? Porqué casi quieres comerte al hombre que te abandonó. Camino hacia la cocina para poder atenderlo pero no está.

—Me dijo que te dijera que tuvo una emergencia, que te llamaba luego.

Siento un poco de decepción pero trato de disimularlo, debo contenerme. Así que nos ponemos a platicar sobre que pasará ahora.

~Lucían~

Llego a la mansión de mi padre donde me espera con su rostro empapado de sangre. De inmediato pienso en lo peor.

—Padre...—murmuró mientras lo observo algo confundido.

—Hasta que al fin has llegado—comenta furioso—¡¿Ves como estoy?! Es por tu culpa Lucían Smith.

No entiendo absolutamente nada. Miro hacia el alrededor y me encuentro a Martha tirada en el suelo con sangre por todo su cuerpo, tiene una bala en el pecho. De inmediato me acerco y me tiro al suelo junto a ella. Las lágrimas comienzan a salir, ella era lo más parecida a una madre para mí, ella siempre estuvo ahí para mí. Acarició su mejilla, cada vez me arrebatan a las personas que quiero, cada vez me pongo peor conmigo mismo.

—Fue el hermano de Jonas Carter—comenta mientras tira la botella de Vodka a un lado haciendo que se rompa en pedazos—Voy a matar a ese hijo de puta cuando me lo encuentre, y lo haré pagar por todo lo que ha hecho.

Asiento y camino hacia mi despacho lleno de tanta impotencia y miro al escritorio donde logro ver una nota.

"Mi sobrina no merece un asesino, ella merece un hombre de verdad"

Arrugo la nota y la tiro al suelo, esta llena de gotas de sangre y no me cabe duda que es sangre de Martha. Busco en las gavetas lo que hace mucho tiempo no me atrevía a usar. Rompo su empaque y limpió la mesa tirando todo al suelo. Derramo sobre la mesa la Heroína, capsulas, e inyecciones. Hace un tiempo atras tuve una adición y casi no pude dejarla, al principio todo es placentero pero luego las náuseas son horribles, al igual que todos los síntomas que acontecen después. 

Agarro una tarjeta de mi cartera y comienzo a moverla sobre el escritorio, al menos esto me dará un poco de placer, olvidarme un poco de lo que está pasando. Justo cuando la coloco en mi mano para respirarla, el teléfono comienza a sonar.

—Lucían...

—Verónica—murmuro firme mientras tiro todo al suelo arrepentido de haber tenido esas horribles ganas de probar de nuevo lo que tanto me costo dejar—¿Ocurre algo?

—Lucían yo...—puedo sentir como el silencio se vuelve un poco incómodo, por lo que vuelvo a preguntarle y ésta vez si habla—Necesito verte, estoy en el parque frente a la Heladería, te esperaré allí.

Me cuelga y de inmediato me pongo de pie para arrancar. Ella es lo único que me mantiene cuerdo, es la única que me ve como verdaderamente soy. Al estacionarme en la orilla de la calle me bajo y logró verla sentada en el césped. Gira la mirada y logra verme por lo que se pone de pie y camina hacia mi a toda prisa. Al estar cerca de mi me agarra del brazo.

—¿Podemos ir a tu auto?—habla desesperada y yo acepto. No entiendo qué sucede.

—¿Y Carolina?

Yo me habia ido pero Carolina estaba junto a ella en el departamento. ¿Porqué tanta urgencia de vernos?

Ruedo el auto y al entrar y cerrar la puerta no podía creer lo que acababa de hacer. Su cuerpo se trepo sobre el mio y los besos se dirigían por mi cuello haciéndome estremecer. Sus labios acariciaban mis mejillas con suaves besos.

—Sé que quizás me arrepienta luego pero realmente te necesito Lucían Smith—me mira fijamente con una mirada llena de deseo—Mi vida sin ti es un infierno.

Une sus labios junto a los mios y no dudo en responderle de la misma y peor manera posible, es tan salvaje esto que estamos haciendo, no nos importa absolutamente nada, nadie nos ve y nadie nos escucha. Tal vez el auto moverse nos delate pero no nos importa. La última vez fue una despedida, esté es el reencuentro, y mucho mejor del que pensé.

Verónica Carter 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora