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POV LISA

Recibí un reclamo de parte de Tom, advirtiéndome de mantenerme lejos de Rosé.

No es nada serio, Tom ⎯murmuré por lo bajo, tomé un trago de whisky que me dieron a lo largo de la subasta.

Te estoy avisando cómo amigo ⎯dijo.

Él sacó a colación a Nana, por supuesto. Como si fuera mi culpa haberme enamorado de la mujer equivocada. Pero pasó. No podía cambiar el pasado, y tampoco quería.

- Aprendí de mis errores ⎯dije

Se burló, pero no comento nada. Tragué más de mi bebida, esperando que el ardor eliminara el sabor amargo de mi boca. Nunca había dormido con la chica y ya estaba diciéndome que me alejara de ella. La cosa de no dormir con ella estaba llevándome por el camino de la locura. Cuando Tom abrió su boca de nuevo, fue para sugerir que llamara a la mujer que follé mi primera noche en Nueva York. Lo miré. Había estado ahí, y pasó eso. No es como si no se hubiera repetido, pero definitivamente no tenía que revelar eso. Además, mi mente estaba centrada en Rosé. Cada vez que cerraba mis ojos, la única cosa que veía, sentía y escuchaba era a ella.

Después de terminar la conversación, me presentó al hombre con el que estaba, cuando terminé de hablar con ellos, me disculpé con el grupo y me encaminé a afuera. Busqué a Rosé en la multitud, a su hermana, a su cuñado. Pero no vi a ninguno de ellos, así que fui al auto. Quizá ya estaba ahí. Leo abrió la puerta trasera de la camioneta tan pronto como me vio y estaba agradecido por sus atenciones. Ella no estaba ahí. Tomé mi teléfono para mandarle un mensaje, cuando Leo se aclaró la garganta. Bajé mi teléfono y volteé a verlo.

¿Estamos esperando a Rosé? ⎯preguntó

Sí, debería estar aquí pronto. Creo.

Finalmente, cuando apareció, estaba riéndose de algo que el esposo de su hermana estaba diciendo. Sonreí con la vista. Se veía despreocupada y feliz parada ahí con ellos. Miré cuando sacó su teléfono y lo miró, su cabeza giro rápidamente y escaneó la acera, con suerte buscando por mí. Sonrió en el momento en que vio mi carro y puso su teléfono a un lado, Dominic se acercó y le dijo algo que la hizo detenerse y regresar. Ella regresó y se inclinó para darle un beso en la mejilla, él colocó un brazo alrededor de su cintura y la sostuvo firmemente contra él con su mano sobre la parte baja de su espalda.

Nunca había sido una mujer celosa, no en el término clásico de la palabra. Sin duda, cuando Nana me dijo que había estado viendo a Seola en privado me molesté. Más allá de la molestia. Pero una vez que sacudí el polvo me di cuenta de que no era sobre Nana o Seola. Era una cosa mía. No podía creer lo que me había hecho. No podía creer que alguien me engañaría. Pero en ese momento, mientras estaba sentada en el coche viendo a otro hombre tocándola, una sensación pegajosa comenzó a construirse en mi interior. No eran sus manos sobre ella lo que me molestaba. Fue darme cuenta de que hombres como Dominc y Quinn tenían meses, años para demostrar que eran dignos de ella si querían, y todo lo que me quedaba eran dos malditas semanas. El pensamiento me hizo sentir egoísta, especialmente con la forma en que sus hermosos ojos brillaban con diversión mientras caminaba hacia mi coche.

Rosé me saludó con su teléfono en la mano cuando se deslizó en el asiento junto a mí. ⎯Conseguí entradas para algo.

¿Boletos? Pensé que íbamos... ⎯dejé las palabras colgado porque no quería presionarla para ir a mi lugar, pero yo quería gritar y exigirlo. Nunca había tenido tantos problemas para llevar a una mujer a la cama. No podía entenderlo. Suspiré y empujé a un lado mis pensamientos⎯. Pensé que te había dicho que no compraras cosas para mí.

La JugadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora