Capítulo 29: La mitad del dije.

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¿Por qué  no podía ser más fácil? Matias estaba en el suelo perdiendo mucho sangre y yo estaba bien casi sin ningún daño, la que debí estar sufriendo era yo no él, la que debía morir era yo no él, todo esto me lo merecía yo no él. ¿Por qué él? Yo era la culpable de todo esto, todo por intentar hacer las cosas yo sola y pedir ayuda, tan egoísta, tan hipócrita, soy una de las peores personas que existe en el mundo.

—Yo tendría que estar en tu estado, no tú. Tú eres inocente, nunca debiste volver por mi, debiste irte cuando tenías la oportunidad, nunca debiste casarte por conmigo.

—Hermosa no digas eso, eres una de las mejores cosas que me han pasado, daría mi vida si es necesaria para tu bienestar.

—No digas eso, no lo digas, que va a pasar con nuestra pequeña si tu no estás a su lado.

—Cariño te amo con toda mi vida, prométeme que serás feliz con otro personas, que siempre sonreirás, siempre me encanto tu bella sonrisa, hermosa.

—No digas más, Matias no te irás, no te morirás.

Dos hombres cargaron a Marcus llevándoselo de la habitación, quería salir corriendo detrás de ellos, matarlo de la misma manera de la que lastimó a Matias, pero mi corazón me impedía dejar Matias, solo no podía dejarlo, mi cuerpo se congelo a su lado, solo no podía levantarme y salir corriendo detrás ellos.

—Mi vida, cuida a...cof

—No te sobre-esfuerces todo saldrá bien, ya mañana podremos hablar con calma, me contaras que pasó y de seguro terminaremos riéndonos de todo esto. Veras que todo está bien—dije mientras acariciaba su cabello.

—Emma no creo sobrevivir por tanto tiempo. Prométeme que cuidarás de ti y de Madison, se feliz por mi y por nuestra hija, prometemelo —. Matias levanto la mano y la llevó a mi mejilla acariciándola, sonrió—. Te amo más que a mi propia vida, siempre te amere, desde el primer día, hasta el último segundo se mi existencia, quiero que seas feliz, no importa que sea con otra persona siempre sonríe, prometelo.

—No lo digas, no sigas, suena a despedida, no quiero que te despedidas de mi, nunca lo vuelvas a hacer, vas a vivir, lo sé, vas a sobrevivir.

—Emma no hay que tener falsas ilusiones, me estoy desangrando. Moriré en segundos, recuerda que te amo y te amaré por siempre aunque ya no esté en este mundo mi corazón siempre será tuyo.

—¡No vas a morir! Todavía te faltan cosa por hacer, no hemos pasado una navidad juntos o un año nuevo ni siquiera hemos tenido un día de San Valentin, quiero que me reconquista desde cero, quiero ser tu novia, quiero caminar por las calles tomados de las manos, quiero que me robes besos, quiero que me abraces, quiero que me digas cosas cursis al oído, quiero organizar mi boda, quiero que Madison te diga; papá ya tengo novio y que tú te enojes y le digas que puedo tenerlo hasta los 50 quiero que no te vayas, ¡no puedes morir! ¡No tenienes el derecho de hacerlo! ¡Te lo exijo!

—Lamento no poder hacer todo eso, lamento no tener el tiempo suficiente para conceder todo tus deceso.

—Tu no morirás, harás todo eso o nunca te perdonaré, quiero eso—dije mientras mis rebeldes lágrimas salían, sin parar

—¡Te amo más que a mi vida! —Sus ojos se cerraron, su mano cayó al suelo a mi lado, creo que el ya había muerto, junto a eso siento como mi corazón se rompe en miles de pequeños pedazos, lastimándome más de lo que ya estaba.

Obligada a ser tuya. En Edicion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora