Capítulo Cinco

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Hoy era uno de esos días.

Esos días donde los rivales se encontraban cara a cara.

Donde Los Sabrosos se encontraban con Los Insípidos.

La escuela había preparado una presentación de Ciencias para los estudiantes de Cuarto año, así que citaron a Cuarto A y a Cuarto B al auditorio.

Juntos en un mismo lugar.

Teníamos diferentes maestras de Ciencias, la nuestra era la profe Lydia, una mujer relajada de treinta y seis, y la suya era la profe Jannette, una mujer que rondaba sus cuarenta y se caracterizaba por ser demasiado estricta y dejar mucha tarea.

Mi pueblo estaba caminando por los pasillos, tomándonos nuestro tiempo para ir al baño o tomar agua antes de la presentación, íbamos riéndonos de una broma cuando entramos al auditorio y nos encontramos con los Insípidos sentados en los asientos del lado derecho del lugar, estaban en completo silencio y al escuchar nuestro bullicio al entrar voltearon a vernos.

Estoy segura de que nos hicieron mala cara. Algunos.

En cambio, les di una brillante sonrisa y ordené a mis compañeros que fueran a tomar asiento. Los chicos asintieron y se sentaron en cualquier lugar, sin seguir el orden los de lugares, dejando algunos vacíos entre medio de las filas. Por otro lado, los del A se sentaron en orden sin dejar asientos vacíos y noté que trajeron cuadernos y lapiceros para anotar cosas. Nosotros no trajimos nada porque la profe Lydia no dijo que teníamos que hacerlo.

Otra cosa que observé es que mis compañeros sacaron sus celulares, hablaban, reían y algunos se preparaban para comenzar una siesta. Los del A seguían las instrucciones de su maestra que implica no usar celulares ni hablar muy alto. Miré a la profe Lydia lejos de nosotros hablando con los demás maestros del departamento de Ciencias, dejándonos sin supervisión.

Diego y Sienna estaban sentados a mi lado y yo en medio de ellos. Me recosté un poco en el asiento y subí la capucha de mi suéter gris, crucé mis brazos y cerré mis ojos.

—Despiértenme cuando esto termine —dije y escuché que ambos rieron.

En ese momento mi celular sonó con una notificación. Era un mensaje de Instagram. Mi frente se arrugó cuando leí el nombre del usuario. Era Lukas, el Insípido. Lo acerqué más a mi rostro en un intento para que mis mejores amigos no se dieran cuenta. Agradecí que ellos estuvieran con sus celulares.

Abrí el mensaje.

¿Lista para invernar? ;) No me sorprende viniendo de ti, siempre duermes en este tipo de situaciones.

Fruncí el ceño una vez más y le respondí.

¿Cómo sabes eso? ¿Acaso me veías antes de ser mi tutor? No me sorprende, sé que soy un encanto.

Le di enviar y volteé con disimulo hacia su asiento. Lukas soltó un bufido, luego sonrió negando con su cabeza. Mi celular sonó con un mensaje.

Altanera -.-

Solté una risa nasal por la cara que envió.

Insípido -.-

—¿Con quién hablas? —La voz de Santiago me asustó y escondí mi celular por instinto.

—Con mi mamá.

—Está bien, no me digas —Soltó una risa y volvió a lo suyo—. Rara.

No quise parecer sospechosa así que esperé un momento para leer el mensaje.


¿Casi descubren lo nuestro, altanera? Te noto nerviosa ;)

¿Estas disfrutando de esto no es así, Soto? Veremos si esa sonrisa permanece en tu rostro en unos segundos ;)

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