Capítulo Dos

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Estaba tan desesperada.

Ya habían pasado tres días y yo seguía sin encontrar a un buen tutor. Y la presión que ponía mi padre sobre mí no ayudaba ni un poco. La discusión que tuvimos ayer por la noche aún seguía rondando en mi cabeza.

—No irás a esa excursión, Neva Espinosa —habló con tono autoritario.

—¡No es justo! —Me quejé poniendo las manos sobre la mesa.

Los tres estábamos sentados en el comedor, hubiera sido una linda cena si mi padre no hubiera sacado el tema, las miradas desafiantes entre él y yo estaban poniendo nerviosa a mi madre.

—¿Quién quiere más comida? ¿Nadie? Bueno, pondré un poco aquí —dijo mamá moviendo la cuchara y colocando comida en nuestros platos en un intento de apaciguar la tensión del ambiente.

—¿Sabes que no es justo? —Siguió mi padre—. Que lo tengas todo en esta casa y el único trabajo que te damos es estudiar, ¿y qué haces? Vienes y me sales con esas notas que dan decepción. ¿Crees que es justo para mí y tu madre? —Desvié la mirada hacia otro lado, sabía que tenía razón—. Así que si no me subes tus notas no solo te perderás la excursión, también me opondré a pagar los gastos de tu universidad y verás cómo le haces.

—¿Qué?

—¿Qué tal si nos relajamos y hablamos sobre esto otro día con más calma? —Intervino mi madre—. Deberíamos buscar soluciones que ayuden a Neva en vez de darle un ultimátum.

—Lo único que quiero es que deje de perder el tiempo y se ponga a estudiar —dijo y luego él y mamá se pusieron a discutir sobre que era mejor para mí. No quise seguir escuchándolos así que acabé mi comida rápido y me fui a mi cuarto.

Luego de esa cena quise demostrarle a mi padre que podía hacerlo. Podía salir bien en las clases, hasta quedar en el cuadro de los mejores estudiantes de mi salón si me lo proponía. Después de todo era una chica ingeniosa solo que un poco vaga y perezosa.

Estaba en la última hora de clase tratando de repasar yo sola en mi asiento todos los temas de matemática que vendrían en el examen, pero solo había conseguido frustrarme al no entender la mayoría, me di por vencido poniendo mi cabeza sobre el cuaderno mientras soltaba un sollozo lastimero.

¿Por qué el profesor me había dado esa idea tan descabellada? ¿Y por qué estaba considerándola en este momento?

Levanté mi cabeza, comencé a mover mi pierna de manera inquieta, tamborileaba mis dedos sobre el pupitre mientras que mi mirada estaba fija en el reloj de la pared. Solo tenía que esperar un poco más.

—Para de intimidar al reloj —bromeó Santiago, pero no volteé a verlo—. Ok, esto es serio. ¿Qué sucede?

—Tierra llamando a Neva —Sienna agitó su mano en frente de mi rostro sin obtener resultado—. ¿Tomaste demasiado café en la mañana? ¿Por qué la prisa? ¿Acaso verás a alguien?

Esa última pregunta me alarmó, mi mirada cayó sobre ella rápidamente.

—¿Alguien? ¿Qué? ¿Yo? —Me acerqué más a ella con preocupación—. ¿Qué es lo que sabes?

—Neva... ¿Hay algo que quieras contarnos? —preguntó el rubio. En ese momento el timbre de salida sonó, me levanté rápido y colgué mi mochila sobre el hombro.

—Tal vez sí, tal vez no. Los veo mañana. —Caminé apurada por los pasillos, luchando con la multitud que obstaculizaba la pasada.

No podía creer que lo estaba considerando. Yo, Neva Espinosa, presidenta de Cuarto B, miembro de Los Sabrosos, iba en búsqueda de un Insípido. Sentía que estaba traicionando a mi pueblo.

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