Capítulo Séis

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Puse mi mano sobre el hombro de Lukas para sostenerme mientras me quitaba el zapato lleno de pintura blanca. Mechones de mi cabello oscuro caían sobre mi rostro por ver hacia abajo, traté de apartarlo moviendo mi cabeza. En ese momento Lukas acercó su mano para quitarlos de mi rostro de manera cuidadosa.

Elevé mi cabeza para verlo a los ojos, dándole una mirada de "¿Qué rayos crees que haces?". Lukas terminó de apartar mi cabello sin decir nada.

—Quieres morir, ¿verdad? —El chico soltó una risa nasal y me concentré en mi zapato, quitándomelo sin ponerlo en el suelo.

—Mira con que me sales, y yo aquí esperando que me agradezcas.

—Claro. Oye, Soto, ¿crees que tu mamá se enoje por arruinar su pared y gastar su pintura en mi calzado? —pregunté quitando mi mano de su hombro para llevarla a mi cabeza con preocupación.

—No lo creo, mamá es tranquila —Miró hacia la pared—. Aunque creo que tendrá que darle otra pasada con la brocha.

—Yo puedo hacerlo, prometo que esta vez no causaré un desastre —Levanté mi mano ofreciéndome.

—No puedes estar segura de eso –Rio y le di un golpe en el hombro—. No hay problema, mamá ama pintar, así que no te preocupes, altanera. Ahora alejémonos de la escena del crimen y las pruebas, vamos a la cocina.

Asentí y lo seguí con el zapato en mi mano. Al llegar a la cocina, Lukas fue directo a abrir el refrigerador y yo tomé asiento en uno de los bancos de la isla del centro. Sobre esta había una bolsa plástica vacía, así que la tomé y metí el zapato sucio. Miré mi calcetín naranja.

—Mira, Soto —Lo llamé y el volteó en seguida. Entonces me quité el otro zapato.

—¿Por qué usas calcetines diferentes? ¿Ya perdiste la cabeza, cierto? ¿O no encontraste el otro par esta mañana? —Esta situación le divertía pues tenía una sonrisa de lado en su rostro.

—Estoy buscando mi otro calcetín anaranjado —Moví mis pies elevándolos un poco con una pequeña sonrisa.

—¿Ah? ¿Lo perdiste o qué?

—Me refiero a eso de la media naranja, Insípido. Ash —Le di una mala mirada—. ¿Ahora si entiendes?

—Pues mira, además de altanera tienes tu lado de romántica soñadora —Sonrió de lado apoyando sus brazos sobre la mesa de la isla, mirándome.

Desvié la vista a mis uñas sin darle mucha importancia al asunto.

—Pues no te lo voy a negar.

—¿Has tenido novio, altanera? —Su pregunta me hizo voltear a verlo.

—Creo que no tengo que contestar a una pregunta a la cual la respuesta parece ser un poco obvia —Aparté mi cabello con la mano y una sonrisa en el rostro como siempre lo hacía.

—No puedo con tu altanería —Soltó una risa nasal bajando su cabeza mientras negaba.

—¿Qué? Ese es mi encanto, Soto. Y con respecto a tu pregunta, pues la verdad es que he tenido más pretendientes que novios en sí.

—¿Qué? ¿Los espantas cuando te conocen de verdad? —Rio burlándose, me levanté del banco a la defensiva y Lukas se movió al otro lado de la isla, con diversión en el rostro.

—¡Ey! Ven acá, Soto. De esta no te salvas —dije tratando de seguirlo y atraparlo, pero era muy rápido así que comenzamos una especie de juego alrededor de la isla de la cocina.

No pude evitar reírme cuando se golpeó con uno de los bancos bajando la guardia y dándome la ventaja para ir tras él. Cuando lo alcancé lo abracé tratando de aplicarle una de las llaves que Santiago me había enseñado el mes pasado, pero estaba segura de que no lo estaba haciendo bien.

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