Capítulo Doce

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—Ming, él es el chico al que me refería —Le señalé a Lukas con la cabeza—. Es mi tutor. Aunque creo que lo recuerdas por aquella vez que fuimos a la heladería.

—Sí, lo recuerdo —dijo sin ningún rastro de sonrisa.

—También te recuerdo —habló Soto sin quitarle la vista de encima.

Incomodo.

Aclaré mi garganta mientras me removía en mi lugar.

—¿Quién tiene hambre? —pregunté con una inmensa sonrisa para relajar el ambiente.

—¿Puedo usar el baño? —Lukas llevó una mano a su cabello, desordenándolo de manera distraída. Asentí.

—Por el pasillo del fondo giras a la izquierda luego te vas recto, mirarás una puerta blanca, no entres a esa sino a la siguiente. Sencillo.

—¿Y si me pierdo? —Frunció el ceño.

—Solo grita mi nombre —Me encogió de hombros, pero en su rostro empezó a formarse una sonrisa pícara dándome a entender que le captó doble sentido a lo que dije, como siempre—. ¡Mente sucia!

—Yo no he dicho nada.

—Pero lo pensaste —Lo acusé en un tono divertido mientras sentía la mirada de Ming sobre mi—. Si te pierdes grita: "¡Neva, me perdí!" o hacemos ese jueguito de Marco Polo e iré a tu rescate.

—Solo acompáñame y nos evitamos eso —Con una sonrisa se levantó de su asiento. Solté un suspiró exagerado fingiendo molestia que pareció divertirle.

—Bien —Me levanté y miré como Ming quería decirme algo, pero pareció retractarse. Algo me decía que no quería que fuera con Soto.

Tomé el brazo de Lukas y empecé a jalarlo mientras lo llevaba hacia el baño, el cual quedaba un poco largo de la sala y la cocina. Al llegar a la puerta me detuve y me iré a verlo, soltando su brazo.

—Y llegamos a nuestro destino, chico turista. Son cinco monedas —Estiré mi mano. Él me sonrió.

—¿Aceptas un "gracias" como recompensa?

—Vaya pero que estafa —Negué con mi cabeza—. Bueno, te dejo.

—Aun no —Me dio una sonrisa de lado que me confundió, luego Lukas entró al baño y agarró mi muñeca, metiéndome con él.

—Pero ¿Qué haces? —Solté sin tener idea de lo que estaba haciendo. El cerró y le dio la espalda a la puerta.

—Quería estar a solas contigo.

—¿Y tenías que encerrarme en el baño? ¿No podíamos ir a mi cuarto o afuera como personas normales? —Puse una mano sobre mi cintura.

—Si quieres vamos a tu cuarto entonces —susurró acercándome a mí.

—Pero dale con tus pensamientos sucios —Puse una mano sobre su pecho para mantener un espacio entre nosotros, aunque ambos estábamos sonriendo—. Pero que mente más pervertida tienes, Lukas.

—Apuesto a que la tuya es peor.

—Pero ¿Qué dices? Si mi mente está más limpia que mi propio cuarto, soy una santa.

—Eso ni tú te lo crees —Sonrió, estábamos muy cerca el uno del otro. Tomó mi mano que estaba sobre su pecho y la bajo, no entrelazó nuestros dedos, solo sujetaba mis nudillos.

No estaba confundida por lo que hizo sino porque yo no apartaba mi mano de su agarre.

Joder.

La intensa mirada que me estaba dando provocaba que no apartara la mía. Mirar sus ojos verdes y su cabello así de cerca me hizo recordar que horas atrás había estado acostada en mi cama pensando en lo bien que se veía este Insípido.

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