Bienvenida a la familia...

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Gabriel estacionó delante de la maravillosa casa que tenían delante. Los ojos de Nathalie se posaron en ella, si que era la casa más bonita de todo el lugar, su prometido no había escatimado en gastos cuando la compró. 

La puerta trasera se abrió de repente y ambos adultos vieron como el adolescente rubio salía disparado del coche haciéndoles sonreír. 

—Tiene muchas ganas de verles. —Dijo la azabache mientras dejaba que los tres kwamis se escondieran dentro de su abrigo. 

Gabriel sonrió bajando del coche, luego se encargará de las maletas, ahora lo importante era estar aquí. 

—Yo también, hace años que no les veo... —Nathalie sonrió y él se dirigió hacia ella cogiendo su mano y andando hacia donde estaba Adrien.

La puerta de entrada se abrió permitiéndoles el paso hacia el camino de piedras que llevaba a la puerta principal. Los tres estaban nerviosos, cada uno a su manera pero lo estaban. Fue en ese momento cuando una mujer rubia apareció por el marco de la puerta haciendo que Adrien sonriera.

—¡Abuela! —La mujer mayor levantó la mirada de sus manos las cuales estaba secándose con un paño. 

Lo dejó caer al suelo y al segundo el joven estaba abrazado a ella.

—¿Adrien? —Murmuró la anciana sonriendo y devolviéndole el abrazo —. Dios eres tú... Mi niño... —Una serie de lágrimas brotaron de sus ojos cayendo por sus mejillas.

Los ojos de la mujer se alzaron de su nieto viendo como Gabriel la miraba desde lejos. Ambos sonrieron y Adrien se separó de ella dejándole el sitio a su padre.

—Hola madre... —Dijo el platinado haciendo sonreír a la mujer.

—Déjate de aires de diseñador y de persona culta Gabe. Ven aquí... —Gabriel sonrió y por fin abrazó a su madre haciendo que esta dejara escapar un sollozo al tener de nuevo a su hijo en brazos después de tantos años de frialdad en él —. Gabriel... —Susurró en el hueco del cuello del platinado haciendo que él la apretara contra su cuerpo.

Fue en ese momento cuando los ojos de la mujer se posaron en Nathalie, la cual se estremeció al sentir la mirada de su suegra sobre ella. Tragó saliva al ver como Adriana se separaba de Gabriel enfocándose en ella al cien por cien. El diseñador se dio cuenta de ello y enseguida se puso al lado de su madre con una sonrisa en su rostro.

—Mamá, ella es Nathalie mi...

—Ella es la causante que tú y mi nieto estéis aquí ahora mismo ¿verdad? —Gabriel tragó saliva asintiendo y haciendo sonreír a su madre.

—Encantada de conocerla por fin... Yo... —La azabache tartamudeó y Adriana sonrió negando.

—Sé que mi hijo es intimidante pero yo no soy igual. No me como a nadie querida... Además si tú eres la responsable de que mi hijo haya decidido venir aquí bienvenida a la familia Agreste. —Adriana se acercó a ella y Nathalie sonrió al ver como su suegra cogía sus manos entre las suyas —. Gracias... Me tenéis que contar todo, eh Gabriel... —Se giró de nuevo hacia su hijo y este sonrió.

—Te lo contaremos todo mamá pero ahora... Creo que Adrien quiere ver a su abuelo. —El chico sonrió asintiendo.

—Está en el huerto, vamos seguro que le da algo al verte, enserio lo que has crecido mi pequeño... —El corazón de la azabache se encogió al sentir las emociones contra ella, unas emociones geniales que amaba sentir. 

Adriana y Adrien se adentraron en el interior de la maravillosa casa mientras Gabriel se acercaba a Nathalie abrazando su cintura y dejando que sus labios se posaran sobre la nariz de ella haciéndola sonreír.

—Ves... Todo está genial...

—No me esperaba que tu madre se diera tan pronto cuenta de que estábamos juntos...

—Bueno... Se nota demasiado que me vuelves loco y tiene razón en una cosa mi amor, gracias a ti estamos aquí, gracias a ti esto vuelve a ser una familia, gracias a ti Adrien es feliz y yo también. Te debemos tanto... —Nathalie sonrió cogiendo sus mejillas entre sus manos y acercando sus labios a los de él en un cariñoso beso.

—Te quiero Gabriel... —Ambos sonrieron, como dos tontos enamorados que eran.

Esa idea cruzó las mentes de los dos al mismo tiempo y no pudieron evitar reír. Nathalie había dejado de creer en el amor y Gabriel pensaba que nadie le iba a poder hacer sentir de nuevo esta sensación de amor pleno. Fue en ese momento cuando estaban a punto de unirse en un nuevo beso que la voz de Adrien los hizo separar.

—¡Venga tortolitos que el abuelo se impacienta! —Y con eso el rubio se volvió a meter hacia dentro haciendo reir a los adultos.

—Creo que ya se ha quién has salido tú... —Dijo Nathalie sonriendo.

Gabriel cogió su mano y tiró de ella dentro de la casa de sus padres empezando de esa forma unas vacaciones de ensueño... Sus primeras vacaciones juntos, como familia...

7 Días para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora