Señora Agreste & Señor Sancoeur

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Los ojos del platinado no paraban de mirar a Nathalie mientras la azabache llevaba a su boca un pedazo del pastel que Marinette había traído para el postre.

—Mmm... Esto está delicioso Marinette, dile a Tom que enhorabuena.

—Se lo diré Nathalie. ¿Ha sido de tu agrado Gabriel? —Preguntó la joven a su suegro haciendo sonreír al mismo.

—Estaba buenísimo y una gran elección para un momento especial como el de ahora. —Todos sonrieron excepto la del mechón rojo que miraba sin entender el por qué todos los presentes la miraban a ella con una sonrisa de oreja a oreja en sus labios.

—Enserio no os entiendo. ¿Qué es lo que está pasando aquí? —Dijo Nathalie mientras se levantaba de la silla apoyando las manos sobre la mesa en un intento de intimidarles para que de una vez le dijeran la verdad.

—Papá tiene que decir algo. —Dijo Adrien mirando a su padre.

Gabriel sonrió, cerrando los ojos y dejando la servilleta sobre la mesa se levantó de la silla mirando a la azabache. Todos los presentes, tanto humanos como kwamis estaban atentos a cada segundo que pasaba.

—Pues dilo Gabriel, que cada momento que pasa esto está siendo más raro. —Gabriel rió haciendo arquear las cejas a su novia.

—Siempre tan ansiosa... —Dijo el diseñador mientras se acercaba a ella, cogiendo sus manos entre las suyas y obligándola a conectar sus ojos con los de él.

—Gabriel... —Susurró su nombre de forma amenazante haciendo sonreír al platinado el cual miró a los presentes que se habían puesto al lado contrario de la mesa mientras preparaban sus móviles dispuestos a captar el momento.

—Señorita Sancoeur... Así te llamé la primera vez que entraste por la puerta de esta mansión hace ya tantos años que he perdido la cuenta. Después te convertiste en Nathalie y ahora en mi Nath. Llegaste en el momento en el que mi vida era un caos, acababa de perder a mi esposa y me veía completamente sucumbido en la más profunda de las oscuridades pero tú, tú llegaste e intentaste que la ausencia de Emilie cegara del todo ya no solo a mí, sino a Adrien. Le has cuidado estos años como si fuera tu hijo, más bien has cuidado de ambos sin tener que hacerlo. No sé cuantas horas extras has hecho y jamás te di las gracias por ello hasta hace poco. Conseguiste que mi hijo sonriera por primera vez después de la pérdida de su madre y aunque yo lo quisiera negar, a mí también. No olvidaré jamás el día que después de una derrota de esos héroes que ahora tenemos como familia. —La vista de ambos se desviaron hacia los jóvenes que sonreían —. No olvidaré como después de ese momento en el que caí derrotado te confesé mi mayor secreto. Yo era Lepidoptero. No sé por qué después de eso seguiste a mi lado en todo momento e incluso cuando te pedía que arriesgaras tu vida por mi causa. Estuve ciego durante tantos años Nathalie, empeñándome en traer de vuelta a mi esposa sin darme cuenta de que Adrien me necesitaba, que tú me necesitabas y que incluso Emilie necesitaba que la dejara descansar en paz. No sé como narices has aguantado tanto tiempo esto, mi mal humor, mis continuos desastres, mis enfados, mis gritos, mis desplantes y mucho menos arriesgar tu vida con un prodigio que te podría haber hecho acabar como Emilie. Cada vez que recuerdo tus ojos vacíos de vida, tu piel pálida, tus ataques de tos y todo lo que yo te cause me siento el peor hombre del mundo y puede que lo sea porque a los hechos me remito. Tú mi querida Nathalie, mi Mayura, tú me has querido con cada uno de mis defectos y nunca te has ido de mi lado excepto una vez en el que casi te dejo marchar pero por suerte actué rápido y ahora estamos aquí. Por una parte me arrepiento tanto de todo lo que he hecho, ponerte en peligro a ti, a mi propio hijo, a sus amigos, a gente inocente, a los kwamis... Emilie y yo empezamos esto para salvar a Nooroo y a Duusu del mal y yo los volví a encerrar en ese bucle pero por otra si no hubiera sido por ser Lepidoptero jamás me habría dado cuenta de que te amo con todo mi corazón, de que mi hijo ya es un hombre mejor que yo y sobre todo... ¡Jamás me habrían hecho guardián! —Todos rieron de nuevo incluso la azabache que ahora mismo tenía sus ojos azules llenos de lágrimas de emoción.

—Oh Gabriel... Yo... —Los dedos del platinado se posaron sobre sus labios callando sus palabras.

—Aún no puedo dejarte hablar mi querida Mayura porque aún no he terminado yo... Cariño puede que tú no te des cuenta pero esto es posible todo gracias a ti. Si no llega a ser por ti, Adrien jamás habría asistido a la escuela y por lo tanto jamás habría sido el portador del prodigio del gato, si no fuera por ti jamás habría llegado a ser tan fuerte como para que LadyBug tuviera que tener aliados a su lado y sobre todo si no hubiera sido por ti jamás habría vuelto a sonreír. Nathalie gracias a ti todo esto es posible, gracias a ti me hiciste amar de nuevo y gracias a ti puedo reparar mis errores antes de que hubiera sido demasiado tarde. Te quiero mi amor y nunca tendré las palabras suficientes para demostrarte todo lo que te amo. No te merezco y en verdad no merezco nada de lo que me ha pasado en las últimas semanas. Tú me has hecho mejor persona, mejor hombre, mejor padre, mejor marido para Emilie y mejor novio para ti. Por eso, hoy y delante de todos estos niños que nos han amargado la existencia durante tanto tiempo. —Todos los presentes rieron incluso la azabache que tenía la respiración agitada y los ojos cristalizados de las lágrimas —. Por eso mi amor, por todo lo que eres y por todo lo que representas quiero preguntarse una cosa... —Los ojos turquesa de Nathalie se abrieron de par en par a la vez que llevó sus manos a su boca ahogando el sollozo que de ella salía al ver como Gabriel se arrodillaba delante de ella sacando de su chaqueta una cajita que contenía dentro el anillo más maravilloso del mundo entero —. Mi amor, ¿me harías el hombre más feliz del mundo casándote conmigo y dejando que sea el Sr. Sancoeur? —El silencio se formó en el salón, todo el mundo mantenía la respiración esperando la contestación de la mujer del mechón rojo.

—¿Sr. Sancoeur, por qué? —Gabriel sonrió al ver la sonrisa de la azabache en sus labios.

—Porque quiero ser como tú querida... ¿Qué me dices Nath? –Nathalie sonrió ahogando de nuevo un sollozo y asintiendo con la cabeza.

—Qué sí... que mil millones de veces que sí Gabriel... —Los aplausos de los jóvenes y de los kwamis resonaron alrededor pero para ambos ahora mismo solo existían ellos dos.

El diseñador se levanto de su rodilla y cogiendo el anillo en sus dedos agarró en la otra mano libre la de Nathalie que temblaba cual gelatina.

—Te quiero... Mi señora Agreste... —Susurró pasando el anillo en su dedo haciendo que la azabache después se enganchara a su cuello y dejara sus labios a pocos centímetros de los de él.

—Y yo a ti, mi señor Sancoeur... —Y con eso sellaron el compromiso con un beso lleno de amor.

Fue entonces cuando alrededor de ellos Nooroo y Duusu volaron felices y Adrien no tardó en sumarse terminando así el beso que ambos adultos compartían para convertirse en un abrazo de familia, una familia a la que aún les quedaba muchas aventuras por vivir...


7 Días para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora