Día 2: Eres mi Diosa

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Los dedos de Gabriel recorrían sin parar el trazo negro de la mariposa que Nathalie tenía en su cadera. Se había enamorado de ello. Por su parte, la azabache sonreía con los ojos cerrados mientras le daba la espalda a su jefe y se dejaba hacer en pequeñas caricias sobre su piel que sabía exactamente donde iban a acabar siempre.

—Me lo vas a borrar de tanto tocarlo... —Susurró Nathalie con los ojos cerrados provocando una sonrisa en el rostro de Gabriel.

El diseñador movió su cuerpo para dejar una serie de húmedos besos a lo largo de su cadera haciendo gemir a Nathalie al sentir el contacto de sus labios contra su piel. 

—¿Cuándo te lo hiciste? —Preguntó curioso antes de dejar otro beso en la mariposa de tinta.

—Mmm... Digamos que no siempre fui una asistente formal y recta, mis años del instituto no fueron precisamente algo que tú aprobarías para Adrien... — Gabriel dejó escapar una risita en su piel que la hizo estremecer y a la par, reír con él.

—Así que... ¿Fue usted una rebelde señorita Sancoeur? 

—Un poco... —Dijo divertida mientras reía y se giraba quedando boca arriba.

Gabriel subió de nuevo hasta su rostro, besándola y acariciando su mejilla con sus largos dedos. Ambos seguían desnudos, rozándose contra las suaves colchas y sábanas blancas que habían sido testigos de sus arrebatos pasionales de hace menos de una hora. 

—¿Y por qué una mariposa? Bueno, concretamente... ¿Por qué una mariposa morada? —Nathalie le sonrió, sabía a lo que se refería. Se encogió de hombros mientras se metía en los brazos de Gabriel apoyando su cabeza en su pecho y dejando que los dedos del diseñador recorrieran su cabello.

—Me gustó... Supongo que el destino me tenía preparado acabar al lado del portador del prodigio de la mariposa...

—Benditas coincidencias... —Gabriel bajó su boca a la de ella, besándola con pasión —. ¿Cómo te sientes? —Preguntó entre beso y beso.

—¿Te refieres a mi cansancio por ser Mayura o por lo que hemos hecho antes? —Gabriel sonrió en su boca, mordiendo su labio inferior y haciéndola gemir.

—Ambas cosas... 

—De lo primero bien, aunque me vendrán genial estos seis días porque de lo segundo aún me tiemblan las piernas y todo el cuerpo en general... —Susurró Nathalie mientras se movía quedando acostada completamente sobre el cuerpo de Gabriel. El diseñador retiró el mechón rojo de su rostro, echándolo por detrás de su oreja mientras ella se apoyaba en su pecho y se miraban —. ¿Sabes el tiempo que llevo sin tener a un hombre en mi cama?

—Seguro que menos que yo... Desde que Emilie se fue o incluso mucho antes... 

—Si te sirve de consuelo, yo entré a trabajar para ti una semana después de el trágico episodio de tu esposa y desde entonces no he tenido nada con nadie... Prácticamente llevamos el mismo tiempo de abstinencia...

—Imposible... Eres una mujer impresionante. Eres una Diosa Nathalie... Mi Diosa... —Nathalie escondió su rostro sonrojado en su pecho dejando notar a Gabriel su sonrisa en su piel —. Ningún hombre podría resistirse a ti... Ni siquiera yo lo he conseguido, míranos. —Nathalie sonrió de nuevo.

—Supongo que no tengo mucho tiempo libre entre unas cosas y otras... Mi jefe es un poco abusador en ese aspecto... —Le dijo desafiante ganándose una sonrisa en los labios de Gabriel.

—Mmm... Tiene pinta de ser un hijo de puta... No, ahora enserio. ¿Te hago trabajar demasiado? Podríamos ajustar tus... —Sus palabras fueron interrumpidas por los labios de la pelinegra.

Gabriel sonrió en su boca, devolviéndole el apasionado beso mientras enredaba sus dedos en esa cabellera suave que tanto le gustaba.

—No... Me encanta estar a tu lado Gabriel... 

—Eres maravillosa... —Nathalie no pudo evitar sonrojarse de nuevo —. Eso sí, creo que voy a cambiar la política de vestuario de la empresa, por lo menos la tuya... 

—¿Perdón?

—Dios Nath eres bellísima y no sé porque lo ocultas detrás de esos trajes. Tu pelo es fantasía y hasta ayer no te lo vi suelto... ¿Por qué?

—Porque tengo que parecer formal y estricta Gabriel. A ti te tendrán miedo solo con mirarles pero a mí, eso es otra cosa... Si no me mantengo fría y calculadora me tomarán por tonta y no quiero eso. Es difícil ser la asistente del gran diseñador Gabriel Agreste... —Confesó Nathalie, en las últimas 24 horas se habían sincerado más que en todos estos años.

—¿De verdad? 

—Sí... Aguantar personas irrespetuosas como tu gran amiga Audrey, proveedores un tanto viejos verdes... 

—Espera, espera... —Interrumpió Gabriel al escuchar lo segundo de su frase —. ¿Qué proveedores Nath? Lo de Audrey lo sabía, ella es así e incluso me falta el respeto a mí pero lo segundo no, ¿qué te pasó? —Nathalie se quedó mirándole y asintió.

—Han sido varias veces, el nuevo proveedor de telas de Alemania es un poco irrespetuoso con las mujeres digamos y lleva ya bastantes ocasiones por no decir todas las que he tenido que tratar con él en las que me ha dicho cosas un tanto salidas de tono... 

—¿Cómo qué? —Preguntó Gabriel sintiendo ya la rabia recorriendo su cuerpo.

—Como que necesitaba que me echaran un buen polvo y que él estaba a mi disposición si quisiera y no sería el primero que lo dice así sin más, así que me es más fácil vestir de esta forma que lamentar luego una desgracia... —Concluyó Nathalie viendo de repente los ojos fríos de su jefe.

—Bien... La próxima vez iré yo a acompañarte a ver si tiene las mismas ganas de decirte algo... Me lo tendrías que haber dicho mucho antes Nath... 

—Es una cosa sin importancia... 

—Podría haberte pasado cualquier cosa si a ese hijo de puta le hubiera dado el pronto de hacer algo. No podría perdonarme nunca que te pasara nada malo... —Nathalie sonrió aunque una punzada de tristeza invadió su sonrisa. Era irónico que le dijera eso cuando es él quien más en peligro la estaba poniendo con el prodigio del pavo real. Gabriel se dio cuenta de ello, incluso sin el prodigio encima podía ser empático con los demás y Nathalie era un libro abierto para él. 

Extendió su mano ahuecando su mejilla en ella y la besó suavemente en los labios antes de que la azabache rompiera el contacto levantándose de la cama. Los ojos de Gabriel se posaron en ella, estaba desnuda y joder. Lo miró y mordiéndose el labio, se acercó a la silla donde descansaba la camisa blanca de Gabriel y se la puso cubriendo su desnudez. Se acercó de nuevo a la cama subiéndose en ella y acercando su boca a la de él, besándolo suavemente.

—Creo que necesito una ducha... —Lo besó de nuevo, esta vez su lengua se metió en la boca de Gabriel, tentándole.

—¿Puedo acompañarte? —Susurró el diseñador en su boca haciendo que Nathalie negara sonriendo.

—No... Necesitamos reponer fuerzas. Sorpréndame de nuevo señor... —Gabriel sonrió en sus labios cuando de repente Nathalie dejó escapar un gemido al sentir como la mano de su jefe impactaba en su trasero.

—Eso está hecho señorita Sancoeur... ¿Algo en especial? —Nathalie sonrió negando mientras se levantaba de la cama y se dirigía al baño.

—Eres mi jefe... Elige tú...

—Y tú eres mi Diosa... No sé si puedo ganar a eso... —La azabache volvió a sonreír antes de meterse al baño.

Se apoyó contra la puerta oyendo como Gabriel abandonaba la habitación. Suspiró sintiéndose por primera vez en mucho tiempo increíblemente bien y durante estos días iba a ser la Diosa de Gabriel Agreste...

7 Días para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora