Día 6: Lo siento Nathalie...

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Los ojos de Nathalie se posaban de nuevo sin poder evitarlo en el gran espejo dentro del vestidor de la habitación. El aire se mantenía encerrado en sus pulmones mientras se admiraba a si misma. Una sonrisa cruzó su rostro cuando vio como el vestido diseñado por ella misma estaba sobre su cuerpo, le quedaba perfectamente, Gabriel había hecho un trabajo sublime. Negó riendo ella sola al recordar como una media hora antes el diseñador de cabellos platinados había entrado en la habitación sorprendiéndola con el vestido creado por sus propias manos hecho realidad. Gabriel sabía como sorprenderla y hoy lo había conseguido demasiado. Nathalie estaba en una nube, él había estado trabajando por ella, normalmente estaba acostumbrada a lo contrario y esto la había dejado maravillada.

Suspirando de nuevo frente al espejo, llevo sus manos al pequeño colgante que de su cuello colgaba. Era una pequeña mariposa plateada con brillantes morados, no quería imaginarse que fueran diamantes de verdad pero bien sabía que si que lo eran. Sonrió sin poder evitarlo, hacía años que no se sentía tan cómoda, tan bella, tan ella. Sin esperar a más y echándose un último vistazo salió de la habitación encaminándose hacia el despacho de Gabriel pues este le había dicho que cuando lo tuviera puesto acudiera allí por si necesitaba algún que otro ajuste pero bien se veía que nada de eso era necesario. El vestido le quedaba perfecto.

—Gabriel creo que no va a ser necesario que... —Las palabras de la azabache se perdieron en el aire cuando al entrar al despacho sus ojos comprobaron todo lo que había en él. 

Se adentró en el interior cerrando la puerta tras de ella, tragando saliva, sonriendo y negando sobre todo cuando vio a un Gabriel perfectamente elegante caminar hacia ella con los dos kwamis volando a sus espaldas.

—Estás preciosa... —Susurró el diseñador mientras cogía una de las manos de la pelinegra llevándola a sus labios y besando el dorso de la misma.

Nathalie sonrió encontrándose con los ojos azul grisáceos que tanto amaba.

—Por esto desaparecías tanto de la habitación y por esto no me dejabas acercarme aquí... —Dijo Nathalie sosteniendo todavía la mano de Gabriel en la suya.

—Quería que fuera una sorpresa. Enserio estás más preciosa que en mi mente... 

—Bueno, prácticamente ahora mismo soy un diseño completo de Gabriel Agreste. Peinado y vestido incluidos... —Gabriel sonrió llevando su mano al mechón rojo suelto de su cabello, moviéndolo en sus dedos con delicadeza de no estropearlo. 

—Ven aquí... —Y sin esperar a más, los fuertes brazos del platinado rodearon a Nathalie pegándola a él antes de besarla suavemente.

Nooroo y Duusu contemplaban la escena desde el aire, mirándose entre ellos y sonriendo para después empezar a volar alrededor de sus portadores. Nathalie se separó del beso pero todavía su cuerpo y el de él estaban pegados, pecho contra pecho y con sus manos unidas vieron como las pequeñas criaturas mágicas bailaban a su alrededor.

—Veo que has tenido buena ayuda. No me puedo creer que no me dijeras nada Duusu. —La criatura azul aterrizó en su hombro, llevando sus labios a la mejilla de la azabache.

—No quería estropear la sorpresa... —Nathalie sonrió viendo como el pequeño Nooroo la miraba también. 

Negó sonriendo extendiendo su mano hacia él la cual el kwami no tardó en aceptar acercándole a él también en un pequeño abrazo contra su mejilla.

Gabriel mientras tanto sonreía y fue cuando sus ojos conectaron con los de Nathalie que su corazón se estremeció.

—¿Me la dejáis ahora a mí? —Dijo el platinado haciendo asentir a las criaturas mágicas que volaron de nuevo lejos de ellos.

7 Días para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora