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—¡No puedes decirme que no ha sido la mejor película que has visto! –exclamas frunciendo el ceño y negando la cabeza en dirección a tu mejor amigo.

—Era un musical –dice él riendo mientras tira el envase de sus palomitas de maíz en el contenedor de basura, fuera de la sala de cine— ningún musical sería la mejor película que haya visto.

Dando otro trago a tu -ya casi vacío- vaso de refresco, le das un golpe amistoso en el brazo con tu mano libre— ¡Pero si incluso has llorado! –cuando él gira la cabeza para limpiarse las pequeñas lágrimas que aún mojan sus pestañas, sonríes triunfante— Admite que te ha gustado.

Shawn se gira a mirarte con una ceja levantada y una leve sonrisa ladeada, que sabes que no lleva a nada bueno.

—¿Y qué si no lo hago?

—Te dejaré de hablar –afirmas orgullosamente. Shawn deja de caminar para mirarte fijamente, pero tú sigues caminando sin siquiera mirar atrás hasta salir del cine y al estacionamiento de la plaza, donde comienzas a buscar el auto de tu mejor amigo.

—¿Por cuánto tiempo? –pregunta él, trotando para llegar a tu lado.

Una vez que ha quitado los seguros del coche, tu subes al asiento del acompañante y aseguras tu cinturón de seguridad, fingiendo pensarlo. Una vez que él ha hecho lo mismo, das un último trago a tu refresco y lo miras con una sonrisa inocente.

—Una semana.

Cuando Shawn se gira a mirarte, tiene una expresión escandalizada en el rostro.

—¿Te has vuelto loca? –pregunta negando la cabeza repetidas veces mientras conduce el pequeño trayecto de vuelta a su casa— Una semana es demasiado tiempo por una película como esa.

—Tómalo o déjalo –dices tú, encogiendote de hombros.

Shawn y tú se conocieron en el último año de carrera, pero se volvieron realmente unidos hasta unos meses después, cuando decidió mudarse a tu mismo edificio, a solo unos cuántos departamentos del tuyo.

Desde entonces, Shawn y tú han hecho todo juntos, desde desayunar, ir al gimnasio (o salir a correr, dependiendo de sus estados de ánimo), ir al trabajo (que también comparten), hasta a veces pasar la noche juntos hablando de la vida mientras ven las luces de Los Angeles a traves de tu balcón.

Shawn y tú han sido mejores amigos desde entonces, pero decir que nunca lo has mirado a traves de una lente distinta sería como decir que el sol no saldrá mañana.

¿Quién podría culparte? Shawn es todo lo bueno que hay en el mundo, y sería estúpido de tu parte no enamorarte de eso.

Cada mañana, Shawn llama a tu puerta a las 6:45 am con un café caliente con dos cucharadas de crema y tres de azúcar en una mano y panqueques de mora azul en la otra. Tus favoritos. Todas las mañanas te ayuda a colocarte tu gabardina antes de sujetar la puerta abierta para que salgas primero y de tenderte una mano para que no tropieces y mueras con tus tacones al caminar por el pasillo del edificio hasta el elevador.

Todas las mañanas se ofrece a conducir hasta el edificio en el que ambos trabajan y escoltarte hasta tu oficina para después irse a la suya, exactamente dos minutos antes de las 8 am.

A las 12 en punto, pasa a recogerte para almorzar juntos, escuchando como te quejas de la secretaria buscona de tu jefe y de como ha rebasado sus propios límites al llevar una falda aún más corta que las anteriores.

A las 6 ya estará esperando por ti para llevarte de vuelta a tu apartamento, dónde te dejará que te pongas ropa cómoda mientras él vuelve a su departamento a hacer lo mismo.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2020 ⏰

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