Capítulo 5

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Ya es el primer día de este nuevo curso escolar, y el primer día en la historia del Fernando Redondo. En los pasillos del instituto reina el típico ambiente de vuelta a las clases, es decir, la excitación y motivación por empezar de los más pequeños, y la resignación e indiferencia de los mayores. Pero si hay una persona que resalta en cuanto a felicidad con respecto a los demás, esa es Yoli, quien por fin disfruta del día que tanto tiempo llevaba esperando. Por fin disfruta viendo a los alumnos, sus alumnos, en esos pasillos riendo, charlando y contándose unos a otros todas la anécdotas del verano, mientras aguardan la señal que indica el comienzo de primera hora.

Yoli está apoyada en una columna del pasillo principal, observando esa preciosa escena de reencuentros y primeras sensaciones, cuando algo, o más bien alguien, le saca de sus pensamientos.

– ¿ Nerviosa por el primer día ? – Es Jaime Castillo, el profesor de matemáticas.

– Qué susto me has dado macho. Y sí, la verdad es que un poco de nervios sí hay. – Él le muestra una sonrisa complacida ante eso.

En cuanto leyó el currículum de Jaime por primera vez, Yoli no dudó dos veces en contratarlo, ya que era sensacional. Sin embargo, cuando lo vio en persona se sorprendió considerablemente. Principalmente porque se trataba de un chico súper joven teniendo en cuenta la de cosas que había hecho a lo largo de su vida, tal y como juzgaba su currículum.

Además de eso, es tremendamente guapo, y él lo sabe y se lo cree. Tiene unos dientes perfectamente colocados y unos preciosos hoyuelos que hacen derretirse a Yoli cada vez que sonríe. Es muy carismático y desde luego que no le cuesta para nada entablar una conversación con cualquier persona.

– ¿ Qué pasa ? ¿ Qué por ser profesor de matemáticas ya tenía que ser feo, raro y llevar gafas no ? Pues fíjate que se puede ser guapo e inteligente a la vez. A veces los tópicos fallan.

Esa fue su respuesta cuando Yoli le confesó que él no era el prototipo de lo que ella tenía pensado como un profesor de matemáticas. Y tenía toda la razón, ya que no tiene nada que ver tu trabajo con tu personalidad, ni muchísimo menos con tu físico, pero Yoli sigue fascinada con aquel profesor.

Suena el timbre que anuncia que ya son las ocho en punto y que las clases comienzan ya, por lo que tanto como profesores como alumnos se dirigen a sus respectivas clases con libros en las manos.

– Suerte con tu primera batalla. – Le dice Yoli a Jaime en cuanto oyen la sirena.

– No la necesitaré. – Le guiña un ojo y se dirige a la clase de 1.ºB.

* * * * *

La primera clase que le toca es matemáticas y no tiene claro ni si ha elegido el bachillerato correcto. Además, está sola y con su nefasta habilidad para hacer amigos no tiene pinta que eso vaya a cambiar dentro de poco, por lo que está empezando a arrepentirse de haber aceptado el ridículo trato con su hermano. A decir verdad, hay un chico que ha estado mirándola durante un buen rato, el cual o es muy sociable o venía con más amigos al instituto, ya que él y dos chicos más han estado juntos todo el rato. Además tienen un rollo que a Andrea le gusta, con el que cree que puede encajar a la perfección, así que espera que alguno de ellos le hable para así integrarse, puesto que ella desde luego que no va a ir de primeras a ellos.

– Buenos días a todos. Soy Jaime Castillo y voy a ser vuestro profesor de matemáticas. – El profesor entra ya en clase y escribe su nombre en la pizarra.

Su entrada causa un revuelo entre los alumnos. Ellas, que caen embobadas ante el que va a ser su profesor, y a quién van a ver durante cuatro días a la semana. Ellos, que nada mas entrar le tachan de prepotente y creído.

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