Capítulo 22

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 Amanece un nuevo día en la capital, ante la ferviente salida de los rayos solares. Aparentemente se trata de uno similar a los demás, no obstante la realidad es que es un día muy importante para ella. No solo por lo que piensa que va a serlo, sino también por algo que se le viene encima cual tsunami y lo cual no va a saber detener.

Ella se levanta, con un matojo de pelos enredados en su cabeza. El primer pie con el que pisa el suelo es el derecho, siempre es ese. Al levantarse, al entrar al campo e, incluso, al entrar a clase para hacer un examen importante. Siempre ha sido supersticiosa y, por ello, se deja guiar por las acciones que la sociedad dice que son beneficiosas para la suerte. Casi no desayuna, los nervios le atormentan, hoy no puede fallar. Un mal pase, una carrera no dada por flojera, o un tiro a las nubes, la pueden condenar a la desgracia. Por ello apenas ingiere las tostadas que le ha preparado su madre antes de irse a trabajar, dejando la mayor parte de ellas en el mismo sitio dónde se las ha encontrado. Aparece su hermano de repente, despeinado también, en la cocina. Quiere saber cómo está, nerviosa es la respuesta. Él le dice que no se preocupe, lo va a hacer genial y dejará con la boca abierta a más de uno. No obstante, lo que de verdad le impacienta es saber la sorpresa de Cabano. Dentro de un rato la sabrá. Al oír ese nombre, él siente un pinchazo en el pecho. A ese chico también lo conocía, está seguro de ello. Y hoy lo va a ver, va a poder hablar con él. Aunque cierto es que ya lo ha visto en alguna ocasión, al ir a buscar a Andrea, nunca han llegado a acercarse. Ahora el que está nervioso es él, no su hermana.

Ante la excusa por parte de él, en la que dice que su malestar de ayer era por un tío que no le había pagado la hierba, Andrea no se lo cree del todo. Conoce muy bien a su hermano y sabe que los problemas de ese estilo no le afectan. Sin embargo, opta por dejarlo pasar puesto que no es momento de centrarse en eso. Más adelante ya indagará sobre las causas reales.

Es hora de marchar, por lo que recoge las botas de la terraza y las mete en la mochila. Es importante que no las olvide. Siempre las saca ahí después de los entrenamientos y partidos, para ventilarlas, ya que sino se formaría un olor poco agradable para sus sentidos.

Cogen el metro más cercano que pillan y se plantan en los campos a la hora requerida, de hecho son los primeros en llegar. Poco a poco van llegando compañeras de Andrea, quiénes se van juntando en un corro a hablar de la noche loca del pasado viernes o, bien, de las tácticas que van a necesitar en el partido. Una vez están todas reunidas, cogen la llave de vestuarios y se van a cambiar. Ha llegado la hora de la verdad, todas a una se juegan muchísimo. A Andrea le apena no poder haber saludado a Cabano antes de meterse a vestuarios, sin embargo era obvio que no iba a estar porque no hubiese tenido sentido que estuviese esperando la hora de antes al partido. De todas formas, piensa escaparse a saludarle antes del pitido inicial.

Rato después, aparece él junto a Yoli. Andrea los ve desde el campo mientras calientan, además de que Fer se acerca a ellos.

– Buenos días. – Saluda a ambos.

Cabano se queda atónito, es cierto que hay algo en ese chico que le resulta familiar. Pero sigue sin creerse la historia de Yoli, por lo menos de momento. La situación es incómoda, y ella no sabe cómo abordarla. Nota la mirada de ese chico sobre Cabano, por lo que entiende que le reconoce, que se acuerda de quién es. Y eso le alegra. Él agradece la confianza puesta, por parte de Cabano, en su supuesta hermana. Gracias a él, o por lo menos en parte, Andrea ha podido salir de todo.

– No hay de qué, tío. Tú hermana va a llegar muy lejos en esto del fútbol femenino, créeme. Tiene un potencial de la hostia y hoy estoy seguro de que se va a ver.

Sonríe, aunque en estos momentos no esté seguro de si es su hermana le quiere. Y pase lo que pase va a estar con ella a muerte, apoyándola en todo. Además de que es muy bonito escuchar palabras como esas sobre alguien que es importante para ti. Yoli, por su parte, se siente bien ante la relación que parecen mantener ambos dos. Entonces, y para agradecer todo lo que han hecho, les invita a cada uno a una birra. Es una oferta que no pueden rechazar, de hecho no les deja tiempo ni para decir que no, puesto que corre enseguida hacia el bar. Se quedan a solas, y entonces Yoli intenta saber que opina Cabano.

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