Capítulo 11

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 Son las cuatro de la madrugada, es una noche tranquila y no entra ningún ruido por la ventana. Ella da vueltas en la cama debido a que no se puede dormir, el insomnio se ha apoderado de ella desde el momento en el que su cuerpo ha tocado las sábanas. Es algo que le pasa muy a menudo, desde que es pequeña. Cuando tenía apenas unos pocos años, el momento en el que todos los niños dormían la siesta, ella siempre estaba activa. Incluso sus padres llegaron a pensar que podía sufrir de hiperactividad, lo que tras ir a la consulta del médico de cabecera terminaron descartando. Y éste es un problema con el que se agobia mucho, ya que hace que muchas de sus noches se conviertan en largas. Siente que ha pasado mucho tiempo, a veces con el deseo de que ya sea la mañana siguiente, pero el reloj no marca más que diez minutos más desde que lo miró por última vez. Y se desespera, lo hace porque se siente impotente. Nota cansancio y anhela poder cerrar los ojos y caer rendida, sin embargo es incapaz. Y piensa en lo agotada que estará la mañana siguiente si no consigue al fin su cometido, que no rendirá en clase y el entrenamiento le irá mal. Además todos esos pensamientos lo único que hacen es ponerla más nerviosa y, por ello, que le sea más difícil dormir.

Así que entre tanto desvarío decide levantarse, encenderse un cigarro y tranquilizarse. Andrea sabe que eso de fumar debería dejarlo, que no es bueno para ella. No obstante desde lo que le pasó en la fiesta lo ha utilizado como una vía de escape, algo con lo que se ausenta un poco de la realidad. Y aunque siempre lo haya criticado, ahora sí que entiende a la gente que fuma para relajarse. De todas formas se ha prometido que en cuanto termine el paquete, del cual aún le quedan quince cigarros, lo deja. No sabe con firmeza si cumplirá la promesa, pero al fin y al cabo dicen que la intención es lo que cuenta.

Abre la ventana de su habitación, saca un cigarro y lo enciende. Ya solo quedan catorce. Inhala el contaminado aire del cigarro y lo expulsa, pensando en la mierda de vida que últimamente está sufriendo. Estar ahí, en su ventana, en una larga noche de insomnio, es algo que siempre le ha gustado. Es algo que suele hacer con frecuencia cuando no puede conciliar el sueño. Suele pensar en su vida, en sus sueños, en la gente a la que quiere. A veces incluso utilizaba esas inagotables veladas en aprenderse tácticas y técnicas nuevas de fútbol. Sin embargo las últimas veces sus pensamientos se están convirtiendo en unos más oscuros, macabros y tristes. Y ella no puede evitarlo, porque no tiene la culpa de nada de lo que le está pasando.

Para olvidarse de pensar, ya que eso solo le va a traer sufrimiento por comerse la cabeza, lo que hace es ir a por su móvil y encenderlo. Esto es porque lo suele apagar cuando se va a dormir, puesto que sino ya le sería completamente imposible dormir. Decide mirar un rato Instagram, con la intención de desviar sus preocupaciones viendo algún vídeo del partido del domingo. Sin embargo hay una notificación que le llama la atención, y por ello cae en la trampa de dirigirse a ella. Se trata de una solicitud de seguimiento. Hasta ahí, todo normal, hasta que lee el nombre de la cuenta. "tumejorcompañíaadomicilio". La foto de perfil es una foto suya, aunque un poco distorsionada y retocada con el fin de meterse con ella. Y por si no queda claro que la persona a la que quieren atacar no es otra que Andrea, en la biografía han tenido el descaro de etiquetarla. No sigue a nadie, pero la siguen multitud de alumnos de su instituto. Solo tiene una publicación, y cuando Andrea la ve se le cae el mundo encima. Empieza a temblar, y le caen sudores fríos por la cara mezclándose con sus propias lágrimas. No se puede creer lo que está viendo, necesita gritar y por ello lo hace. Por la ventana suelta un grito de desesperación, que a juzgar por su volumen cree firmemente que lo han podido escuchar desde Alcorcón. La foto es la misma que vio en el móvil de Raúl, la que le debió hacer Víctor cuando ella estaba inconsciente. Será hijo de puta. Necesita pegar a alguien, está realmente nerviosa y eso provoca unos tirones en sus cabellos de los que se desprende algún que otro mechón. Necesita también leer los comentarios, aunque sabe perfectamente que serán de todo menos bonitos. Hay demasiados, superan incluso los cuatrocientos, algo tremendamente increíble teniendo en cuenta que la foto fue publicada hace tan solo cuatro horas, según pone en la descripción. Nada le impide meterse a leerlos, y lo que se encuentra termina por romperla en mil partes. Mensajes que hacían mención a su cuerpo, y a lo que había hecho o hace diariamente con él. Insultos, burlas y desprecios que bajo ningún concepto ninguna persona se merece escuchar. Referencias a el salario que cobra Andrea por pasar una noche con un chico, o lo destrozadas que tiene que tener sus partes íntimas gracias a las supuestas infinitas relaciones que mantiene.

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