Capítulo 16

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La meta en la vida de todo hombre es ser feliz. Lo que realmente no es una meta, sino un transcurso. Y es cierto, ya que no existe nadie en el mundo que prefiera ser infeliz antes de poder lograr una plena satisfacción personal. El problema viene cuando, a pesar de querer, no puedes serlo, puesto que a veces tú no puedes manejar el rumbo que lleva tu vida. Entonces te sientes desorientado, no sabes qué hacer y anhelas con todas tus fuerzas cerrar los ojos y quedarte así para siempre, sin ser consciente de todas las desgracias que te rodean. No encuentras cuál es tu lugar en este mundo, y te preguntas inevitablemente si ese lugar destinado para ti existe de verdad. Las cosas que antes te llenaban y te hacían disfrutar se convierten en simples rutinas, las cuales realizas como un mecanismo mecánico sin ningún tipo de fin. Te obcecas con que no sirves para nada, intentando buscar desesperadamente alguna salida. Todo ello en vano, ya que de los agujeros negros es muy difícil salir.

Por ello, Julio lleva tachando los días que han pasado sin ver a la mujer de su vida despertarse por las mañanas, su cuidadoso cuerpo saliendo desnudo de las sábanas, incluso sus legañas y sus pelos despeinados. Coge el rotulador que guarda de forma descuidada en su mesilla, tachando el día que acaba de dar por concluido. 53 días en total, lo que para él es mucho más que toda una eternidad. La echa de menos y por eso llora, para él es completamente inaguantable seguir así.

Los médicos, de hecho, han desestimado el caso como uno con muy pocas esperanzas, mandando a Cova a una planta en la que se encuentran enfermos terminales. Él es incapaz de verla junto a pacientes, de una edad muy adelantada a la suya, a los que la esperanza de vida no supera las tres semanas. Y no es por lanzar ladrillos a los tejados de los pobres enfermos, simplemente sigue sin poder ser consciente de la realidad.

Cabano y Gorka le han dejado solo en casa hace unos pocos minutos, y él agradece los momentos en los que le dejan en soledad. Sabe que sus amigos lo hacen en buena fe, y que solo miran por su propio bien, sin embargo no puede evitar sentir un exceso de sobre protección. Le resulta un tanto incómodo que estén todo el día queriendo conocer sus movimientos, y lo que realmente le asusta es desconocer el verdadero motivo de esa actitud. Esto es porque no sabe muy bien si lo hacen porque se preocupan de verdad por él o, por el contrario, si es porque no se fían y piensan en que puede hacer algo de lo que no pueda arrepentirse en un futuro.

Cierto es que la segunda opción tampoco es nada descabellada, piensa Julio. Al fin y al cabo ha intentado poner fin a su vida en más de una ocasión, durante las últimas semanas, fallando en el intento. No ha obtenido resultado por simple miedo, puesto que no se ha atrevido a hacer lo que en su día hizo su hermano. No obstante, ha idealizado la idea de poder estar de la mano con Cova, aunque sea en otro lugar insospechado del mundo. Por ello las pastillas con las que puede realizar su cometido siguen presentes, en el cajón de la mesilla de su habitación, donde nadie puede husmear. Veinte pastillas exactas de metocarbamol, un analgésico opioide perfectamente dispuesto para dejar atrás su vida.

Pasa el tiempo, él da vueltas en su cama, no puede dormir. Mira el reloj, son las cinco de la madrugada. Poco más y se hace de día sin pegar ojo.

Recuerda a Cova, llora y se desespera. Se vuelve loco de histeria, y empieza a darle puñetazos a la colcha de su cama. Está desesperado, y por ello grita. Lanza la almohada, mientras vocifera ahogados sonidos que para nada parecen pertenecer a la lengua española. La pieza de látex sale despedida de una punta de la habitación hasta la otra, con tan mala suerte que sale por la ventana, la cual había dejado abierta por el tremendo e inusual calor que abofetea a Madrid en las últimas jornadas.

Se levanta, exhala graves berridos que se cuelan por todas las paredes del edificio. Es posible que algún que otro vecino llame a la policía, atemorizados por la posible presencia de un ladrón en su bloque.

Lo que hemos vividoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora