Capítulo 23

46 1 0
                                    

Ella aguarda impaciente, como un animal acobardando a su presa, presa del nerviosismo. Escucha el cinturón de su madre, golpeando contra el suelo antes de ponérselo. Bien, queda poco para que marche. Puede oír también un sonido metálico, contrastado, el que hace un conjunto de pulseras al ser removidas. Y entonces, al fin suena, esa sutil señal que indica que su madre ya está preparada y lista para irse de casa. El interruptor de su habitación al apagarse.

– Andrea cariño, que me voy a trabajar.

Ahí tiene la confirmación de sus sospechas, al fin. Le informa que tiene la comida en la sartén, solo tendrá que calentársela un poco. Después, le repite el mismo discurso que le da todas y cada una de las tardes que se queda sola en casa. Que si ten cuidado con los fuegos, que si sales acuérdate de cerrar todo, que si cuida que el gato no se salga por la ventana. Y así podría enumerar una infinita lista de recomendaciones, todas parece ser importantes para su madre, de las que ella está harta. Antes de irse, se preocupa por el paradero de Álex, quien ya le avisó de que iba al estudio esta mañana, como le hace recordar Andrea. Finalmente, y al ver la cara de asesina de su hija, se encamina hacia la puerta y gira el pomo.

– Bueno, me voy a ir antes de que mi hija me mate con la mirada.

"Gracias", piensa Andrea aunque no lo dice. Minutos después escucha la puerta de la entrada cerrarse, de un portazo. Por fin está sola en casa, por fin es libre y puede realizar la misión que le encomendó Yoli. La verdad es que en cierta medida tiene miedo, puesto que quiere saber el pasado de su hermano, pero no por ello desea perderle. Y de verdad que anhela completamente seguir unida a él, a pesar de que se descubra que no son hermanos de la misma sangre. A ella eso le da igual, y espera que a él también. Porque es la persona más importante en su vida, además de su madre, y porque le quiere, le necesita y le piensa apoyar en todo lo que venga. Si hace falta, si él se lo pide, hasta sería capaz de buscar a sus padres biológicos, de encontrarles y de ayudarle a formar una vida junto a ellos. Siempre y cuando ella tenga presencia también, algo que conociéndole cree tener asegurado. Otra cosa que le pica la curiosidad es saber su nombre real, a pesar de ser una tontería muy grande. No sabe por qué, pero le interesa mucho.

Tras muchas vueltas a la cabeza, decide levantarse de la cama e ir al grano. Con dubitación termina irrumpiendo en la habitación de su madre, la cual está perfectamente ordenada. Como siempre. Aunque a decir verdad, no es que haya estado muchas veces ahí dentro, puesto que a su madre le sabe muy mal que entren en su pequeño rincón de la casa. Esto es porque asegura que la intimidad personal es algo que hay mantener, incluso entre madre e hijos, y que por ello tampoco entra muchas veces en sus respectivos cuartos. Solo cuando el desorden lo requiere. Todo esto es algo que Andrea nunca ha entendido muy bien, ya que no le ve el sentido. Por ello estar en esa habitación le genera adrenalina, puesto que es una especie de adentrarse en lo prohibido. Quizás es hasta la primera vez que se encuentra sola ahí.

Divisa, en la diagonal enfrenta a la puerta, el famoso cajón que no ha de ser abierto, bajo ningún concepto. Por lo que sus pies se dirigen ahí casi sin pensarlo, mientras investiga sus alrededores. Le pesan los músculos, no sabe por qué pero está temblando. Bueno, sí que sabe por qué, y es que está cometiendo algo que no está bien. Aunque, por otra parte, dicen que el fin justifica los medios. Una vez que está delante de él, intenta abrirlo. Completamente en vano, puesto que necesita de una llave.

– Mierda. – Grita a los cuatro vientos. No importa, nadie le escucha. – ¿ Y ahora qué ?

Comienza una conversación entre ella y su subconsciente. Dialogan abiertamente de las posibilidades que existen para lograr abrirlo, sin embargo no llegan a ninguna conclusión razonada. Quizás esa llave la lleve siempre con ella, quizás es imposible encontrarla. Piensa en desistir, en dejarlo pasar y explicarle a Yoli la situación.

Lo que hemos vividoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora