Capítulo 21

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 Pellizcos con la intención de asegurarse de que lo que están viviendo es real, que no es sueño, es lo que necesita en estos momentos. Tener en el asiento de copiloto a su mejor amigo, quién hasta hace unas horas creía que era su difunto mejor amigo, no es algo que pase todos los días. Poder mirar por el rabillo del ojo a la derecha y encontrarle, mientras él pierde su dubitativa mirada por el horizonte de la ventanilla, le provoca una profunda felicidad.

No parece ser él, está muy cambiado, pero paradójicamente sabe que es él. Lo que más le sorprende y le molesta es no haberse dado cuenta antes. Cómo ha podido ser tan tonta, si lo ha tenido enfrente todo este tiempo. Su musculatura es distinta, pero esa sonrisa es inequívoca. Al igual que el importante cambio que ha experimentado en su peinado, mientras que su mirada es la misma que hace apenas diez años. Por no decir nada de su estilo macarra que gasta ahora, repleto de tatuajes y pendientes, al cual le gana la partida su esencia propia, que todavía prevalece en su interior. Definitivamente Yoli está segura de que es Fer, cada segundo que pasa lo tiene más claro. Y por ello, cada segundo que pasa es más feliz. Después de tanto tiempo sin poder llegar a serlo del todo.

Finalmente llegan a la puerta y, tras ver el cartel conmemorativo, a él le surge una duda existencial. Algo de lo que no se había dado cuenta hasta ahora, por lo que entonces enuncia la pregunta. Quiere saber si el nombre del centro, ése con el que le entró la risa hace unos meses, es por su amigo Fer. Quiere saber si es por él. Ella lo único que hace es asentir con la cabeza, tras sentir un fuerte nudo en la garganta que le impide responder con palabras. El silencio que queda entre ellos es incómodo, pero a la vez necesario. Tantas cosas por hablar, por explicarle, que es casi imposible saber por dónde empezar.

Al llegar al despacho de dirección, saca una foto de un cajón, se trata de la que les hizo Berto en el gimnasio, para la urna. Se trata también de aquello que quería enseñarle desde hace tiempo, tal y como le explica. Matizando que es una foto de cuando iban a primero de bachillerato, hace ya mucho. Pide que haga el esfuerzo de reconocer a alguien. Él la observa minuciosamente, mientras su semblante cambia poco a poco, de forma progresiva. De la curiosidad pasa a la confusión, en cuestión de segundos. Dice tener una sensación muy rara, en la que sabe que los conoce pero no de qué. Sabe sus nombres, pero no su historia. Sabe que tiene algún tipo de relación con todos ellos, pero no consigue recordar cuál. Definitivamente no entiende nada, y por ello se desploma al echarse a llorar. No puede evitarlo.

Entonces Yoli le intenta consolar, sin saber muy bien cómo. No puede entender con plenitud la situación en la que se encuentra, puesto que nunca se ha visto en una así. Lo que único que tiene claro es que quiere ayudar a su amigo a recordar, aunque solo sea por todo lo que le ha echado de menos estos años atrás. Por ello, va a estar con él para ayudarle en todo lo que haga falta. Así se lo promete, y él sabe que es sincera. No obstante, lo primero que quiere es asegurarse que él es de verdad Fer. Claro que ella no puede asegurar nada al cien por cien, lo único que puede decir es que hay algo dentro de ella que le lleva diciendo a gritos que sí que es él desde hace mucho tiempo. Él sabe de lo que Yoli habla, ya que él también lo siente desde que la conoce. Por ésto le pide que hable sobre Fer, sobre cómo era.

Yoli asiente, y comienza. Fer es un perfecto ejemplo de lucha por la igualdad, de pelear por los derechos que todos merecemos. Como bien dijo Olimpia pocos días después de su supuesta muerte, es también un ejemplo de generosidad, compañerismo y superación. En definitiva, es una de las mejores personas que pueden existir.

– Además, a mi me ayudó mucho, es el mejor amigo que se puede tener.

La verdad es que eran inseparables, y cuando Yoli le confiesa, con una sonrisa melancólica en la cara, que eran mejores amigos, no se sorprende. Ésto es porque esa chica tiene toda la pinta de ser un verdadero amor, y del Fer del que habla también. Incluso, tal y como explica, hubo un día que se enrollaron en una fiesta en la que iban muy borrachos. Al día siguiente amanecieron en la cama de Yoli, sin acordarse de nada. Eso les costó problemas, a uno con David y a la otra con Julio. Él ríe, consigue pequeños haces de luz en forma de recuerdos. El problemático chupetón, qué guerra dio.

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