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El muchacho de cabellera roja se volteó, arrugando sus cejas. Observó con desinterés a Golden y captó su estado con tan solo olfatearlo desde su asiento. "¡Buenooo! jeje, si fuera tú no me le acercaría por esta semana, ya te digo yo." Le dijo a Freddy, con una sonrisa nerviosa.

Una mirada molesta apareció en el castaño. Le pareció algo desconsiderado que haya dicho tal cosa de no acercársele, claramente el rubio se encontraba angustiado. Se puso en los zapatos del contrario y ahí supo que no podía dejarlo así. Le tuvo compasión, a pesar de ni saber las consecuencias que conllevarían el siquiera dirigirse a Golden.

Freddy, siendo el chico comprensivo y amable que es, se acercó al Alfa y le sobó ligeramente la espalda. Golden pegó un salto en su asiento, sus ojos se abrieron sorprendidos al dulce tacto, sin embargo trató de disimular su alterada reacción.

Fred, al igual que Fox o Bonnie, estuvo al filo de advertir al pequeño Omega de no hacer aquello, estaba casi cavando su propia tumba. Pero por cortesía y para no parecer exagerados mantuvieron calma, tragaron saliva y solo esperaron que nadie salga muerto ese día.

"Golden, ¿te pasa algo?" Preguntó con un tono de voz compasivo y dulce, acercándosele.

La mente del rubio, en segundo plano, era un caos apenas sintió la cercanía de el menor. Su mandívula se tensó al igual que su cuerpo. Sólo se repetía una cosa una y otra vez como disco rayado: Peligro.

Por lo tanto, tomó bastante aire y exhaló con la mayor paciencia posible. "Freddy, no me toques. Estoy bien, ¿sí?" Lo empujó, sin fuerza alguna, y se recostó con sus brazos cruzados en el pupitre.

En realidad, ese Alfa lo necesitaba aunque sea cuatro metros lejos. Gracias a su olfato ahora mucho más desarrollado, debido al celo, estaba perdiendo un poco la dichosa cordura. Quizás por eso, el día antes, le afectó tanto algo tan diminuto como el haberse sentado junto a Freddy.

Bueno, eso explicaba muchas cosas.

La sorpresa más inesperada se pintó en el rostro que portaba unos ojos zafiro. "¡Ah, ya...ya me acordé!" Exclamó entre susurros Freddy. Por la mente se le pasó un minúsculo dato que había aprendido tiempo atrás: Fox, Fred y Golden, habían tenido su celo cada seis meses apenas cumplieron los dieciséis, es decir, hace año y medio. ¿Cómo se le pudo olvidar? Con más razón se justificaba el peculiar aroma del rubio, el cual jamás había olfateado por no ser un Omega en tales tiempos. Asimismo recordó que no solía pasar nada de lo inusual cuando se encontraban así de «urgidos», ¡Freddy hasta los invitaba a casa!

Así que, ya sacada su conclusión en menos de cinco segundos, supuso ayudarlo y atenderlo, justo como hacía antes. Es lo mínimo que podía hacer por él.

Se le acercó más para consolarlo:

"¿Quieres un supresor? Vamos a enferme-"

"Aléjate, ahora." Golden demandó firme, mirándolo con el rabo del ojo. Sentía su Alfa interior demasiado alterado a estas alturas, como a punto de tomar las riendas, cosa que el rubio definitivamente no quería.

El castaño quedó confundido, no entendía porqué rechazaba su propuesta de buena intención. Aunque estaba indeciso, volvió a insistir amablemente, sabía que Golden a veces necio solía ser.

"¡No! Te quiero ayudar, te sentirás mej-" Las palabras se le quedaron en la punta de la lengua a Freddy, notó demasiado tarde que la distancia entre el Alfa y él se había acortado al instante, y su cuerpo se paralizó.

Los instintos de Golden se apoderaron de la situación; el ojiazul se encontraba acorralado contra una mesa.

Inmediatamente conectaron miradas, congelándose el tiempo.
Miedo: eso sentía Freddy, su corazón y adrenalina traicionaban cualquier intento de escapar o mover algún músculo. En sumisión entera, vio a los ojos ajenos, potentes, dominantes y rojos como el rubí se habían vuelto.

Three Alpha Issues. [#Omegaverse #Lgbt]Where stories live. Discover now