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Una vez los dos Alfas cerraron el portón, dejando el desastre que el rubio había hecho en todo el salón, la mayoría de miradas de espectadores se dirigieron a Freddy y no se apartaron de ahí. Él se pasmó.

Aquella atmósfera simulaba para el castaño una entrevista policial que le obligaba a decir algo al respecto. "Yo...no sabía que...me...había olvida-..." Confundido miró a la rubia, luego al más alto y al final Fred. La mirada de estos tres era una mezcla de preocupación, compasión y entendimiento.

Ya se hacían una idea de lo que Freddy por el shock ni lograba expresar. Entendían, entendían que hace no muchos meses él, Omega no era; la cercanía cuando los Alfas estaban en celo no le era un inconveniente, sin embargo los tiempos cambiaban, y tendría que asimirarlo y no ser despistado como solía mal acostumbrar.

El pelirrojo resopló, sus palabras escaseaban en ese tipo de situaciones. "Venga...que ordeno yo algunas sillas." Bonnie se le unió a aquella tarea sin mucho que decir, pero dedicándole una pobre sonrisa ladeada a Freddy.

Los ojos azulados junto con los pequeños labios rosados se decayeron, apenados. ¿Cómo pudo ser tan tonto? A decir verdad sus intenciones siempre fueron buenas, el problema resultó ser que actuó en el momento no indicado.

Ann inclinó su cabeza amablemente viendo al  muchacho decaído, le tomó de un hombro muy sutilmente y dijo: "Hey, Freddy...que no pasa nada, no fue tu culpa, solo quisiste ayudarle." El moreno la miró, sus ojos transmitían fácilmente lo muy decepcionado por sí mismo que estaba. Fred, que también se había quedado a lado del Omega, tomó su otro hombro pequeño y frágil, a comparación de la Beta tuvo que encorvar su espalda no exageradamente, pero lo suficiente como para estar a la altura del otro y mantener contacto visual, decretando: "Tiene razón. Pero...siempre recuerda para la próxima, los instintos son muy difíciles de controlar y...nos hacen completamente otra persona."

Freddy suspiró, sonrió, y asintió sin más.

[...]

El tiempo pasaba y Golden seguía sin presenciarse en las clases. ¿Por qué acaso? No era porque no habían encontrado medicinas y se tuvo que marchar a casa, sino porque por mucho que Golden trataba de abrir la puerta, aquella enfermera insistió con su alma entera que no regresará allá afuera por seguridad a los demás y que lo haga una vez el receso se anuncie para almorzar.

No le quedó de otra. Se tragó unas dos horas bien gordas en esa habitación con camillas y desolada, hasta que el timbre sonó.

"Pues vaya...qué decirte." Opinaba una un muchacho moreno, de cabello color cielo. "Creo que es un privilegio el ser Beta...digo, no tengo que lidiar con cosas así." Se cruzó de brazos sobre la mesa, uniéndose al relato que la manada contraria había estado contando mientras digerían sus alimentos.

Bon, Meg y Joy, eran una sola manada. Los rumores en el colegio parecían cáncer esparciéndose por el torrente sanguíneo a otras partes del cuerpo: Siempre se había creído que esa manada de tres aborrecía a la otra conformada por seis, (con la que charlaban de momento). Que eran archienemigos por el hecho de que estaban sumergidas en el mundo de la música siendo grandes aficionados, sin embargo el caso no podía ser más contrario: ¡De hecho se trataban con bastante confianza! Claro que, de vez en cuando, una pizca de rivalidad existía de por medio, mas no era lo cotidiano. Se invitaban a salidas, dejaban copiarse en los exámenes (algo muy fundamental en una amistad, en realidad) y desembuchaban como parlanchines, justo como pasaba ahora.

"Ay...no te preocupes, Freddy freddito." Joy le alentaba, quien estaba a lado del nombrado. "Ambos somos Omegas ahora, ¡así que te puedo ayudar en muchas cosas! Solo me lo pides y ya." El abrazo sutil de la chica despabiló a Freddy, y se sobresaltó:

Three Alpha Issues. [#Omegaverse #Lgbt]Where stories live. Discover now