Capítulo doce. "Y volvemos a empezar".

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—¡Ahí viene!— advirtió Bryan en un grito, refiriéndose a una gran bola envuelta en fuego blanco en dirección a la embarcación

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—¡Ahí viene!— advirtió Bryan en un grito, refiriéndose a una gran bola envuelta en fuego blanco en dirección a la embarcación.

—¡No hay manera de detenerla!— aseguró Dante, corriendo en dirección a Evelyn para intentar de sacarla del barco.

Cuando se volteó para ver la proximidad de la bola de fuego, recuerdos vinieron a su mente.

¡Mamá! Tengo miedo. Wagner y Catalaggio me asustaron. ¡Son malos!

Amanda soltó una risa.

Hijo mío, mientras vivas conmigo, nadie te hará daño.— Comenzó a sobar su espalda a modo de reconfortarlo—. Mamá es muy poderosa y nadie se mete; nadie se atrevería a meterse con ustedes.

Cat y Wagner corrieron hasta Dante, pero se detuvieron al ver que estaba al lado de Amanda.

Mamá— dijo Wagner, con la voz temblorosa—. Estábamos jugando...

Vayan al calabozo. Los dos.

Pero...— Cat comenzó a lagrimear.

¡Sin peros! ¿Se creen muy divertidos por asustar a Danty? ¡Vayan ahora!

Asintieron y se retiraron.

¿Ves, hijito? Nadie nunca te hará daño mientras esté yo.

Cuando volvió en sí, dió cuenta que el objeto permanecía inerte y suspendido en el aire, sobre él y Evs, que abrazaba de modo protector. De un momento a otro, se volvió polvo y se deshizo en el aire.

—Pero... ¿Qué...?

—Tu bebé— explicó Demetrio.

Dante volvió su rostro su dirección.

»—Tu hijo o hija, es muchísimo más poderoso que Amanda. No va a permitir que hagan daño a sus padres.

Dante asintió y volvió a su puesto estrategico de batalla con Bryan y Wagner.

—¡¿Qué verga, Dante?!— escupió Wagner, entre confundido y sorprendido, refiriéndose a lo que acababa de acontecer con la pulverización de la bola.

—Luego te explico— prefirió el hermano.

—Ahí viene Catalaggio, con sus aliados; los Lumians*.— Bryan, en estado de hechicero, comenzó a proliferar palabras innentendibles, con voz sobrenatural, mientras despedía aros de luces de su ser.— Vamos a acabar con esto de una buena vez.

Los Lumians se adentraron al río, desde la orilla, para comenzar a nadar en su dirección.

—Parece que Malacio murió en combate. De otra manera estaría aquí, luchando— habló Wagner, mientras le disparaba a unos cuantos Lumians.

La Novia del Escort. © //EnEdición//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora