Catalaggio ingresó a la oficina de Amanda con unas cuantas fotografías en mano. Se sentó sobre el escritorio con su característica sonrisa socarrona lanzándole las ilustraciones sobre el mueble.
—Adivina, adivinador, ¿Con quién crees que fue a parar Dante, nuestro traidor?
Amanda se colocó unos lentes que se encontraban dentro de un cajón del escritorio para examinar las fotografías con mayor antención.
—Mirabinda— dijo Amanda, con tono despectivo.
—Exacto. Nuestro fiel ciervo nos mantiene al tanto de los movimientos de nuestro hijo.
—¿Hay noticias de la preñada?
—No. La tienen muy bien oculta.— Cat se relamió los labios, con la vista perdida para luego volver la vista a Amanda—. Nosotros podemos atacar Lockniet, pero carecemos del ejércio necesario. Lo que necesitamos es derrocar a los individuos internamente, uno por uno, con inteligencia sublime.
—¿A qué te refieres, Cat?
Chasqueó la lengua y se levantó del escritorio para retirarse.
—¡¿Cat?! ¿A dónde vas? ¡Explícate!— ordenó Amanda, imperativa.
—Luego nos vemos, dulzura.
Claudia había preparado el desayuno para todos. Con los gustos específicos de cada caprichoso integrante de esta manada peculiar.
Wagner entró a la cocina entre bostezos, rascándose la cabeza.
—Buenos días, Claudia. ¿Qué toca hoy?
—Porteínas, frutas y lácteos para un desayuno completo. ¿Puedes llamar a mi hija y a Dante? Bryan ya comió y dijo que se iba a entrenar. Los otros vagos lo único que hacen es dormir.
Wagner se sonrió mientras tomaba un huevo duro para comer en el camino.
De la cocina se fue a un pasillo bastante extenso, que cruzó hasta las últimas dos puertas enfrentadas. Tocó ambas y de ninguna oyó respuesta.
—Estos no se despiertan ni por decreto de ley.
Quiso abrir la puerta de la habitación de su hermano pero esta estaba trancada.
Escuchó unas risitas proveniente del cuarto de Evelyn, y, con extrañeza, apoyó la oreja en la entrada, agudizando su oído para poder percibir mejor, los sonidos.
—Basta, Dante. Tenemos que ir a desayunar— hablaba Evelyn con tono juguetón.
—Un poquito más y ya acabo.
Wagner sintió una ligera molestia al escucharlos mimosear, así que decidió, de forma maliciosa, ingresar de manera abrupta en la habitación.
Pateó la puerta; los residentes, semidesnudos, lo miraron, entre confundios e iracundos.
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La Novia del Escort. © //EnEdición//
LobisomemDesde tiempos inmemorables, los hombres lobos constituyen una importante labor en la cadena alimenticia. Pero, con el pasar de los siglos, fueron desplazados por las civilizaciones humanas, teniendo que ocultarse en conjunto con otros seres mágicos...