¿Y si la Diosa Elizabeth y Meliodas tuvieron hijos?
Y unos muy peculiares: Naruto y Sakura
Y si a su vez..¿Gelda y Zeldris también lo tuvieron? Y este es Sasuke
Meliodas y Elizabeth tienen dos hijos nacidos de su pecado al unir sus sangres, estos n...
"A lo lejos, y sin ustedes, solo tengo el anhelo de proteger aquello que una vez destruí y que ahora aprendí amar"
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Diane miraba atentamente lo que sucedía, hace poco menos de una hora habían dejado la prisión Baste y habían salido de allí con aquella niña sucia que apenas dejó el lugar se trepó a los brazos de Ban, el cual la cargaba como una pequeña bebé en sus brazos, el cual parecía ver el mundo por primera vez.
Y para rematar su querido suegrito parecía encantado con la niña, pues la acepto de a primeras sin cuestionar nada ni a nadie. -Capitán!!- llamo la gigante al rubio de menor estatura, el cual paró en seco, acción imitada por el inmortal.
-Que ocurre Diane??- dijo el capitán.
-Que rayos quieres gigantona??- dijo aburrido el pecado de la avaricia.
-Porque acepto a una chica totalmente nueva sin saber siquiera quien es?!- grito indignada ante el anterior insulto de Ban- Puede ser una criminal!!
-Si no lo recuerdas, todos somos criminales Diane- hablo Meliodas como si fuera lo más obvio.
-Pero no es igual!!- se indignó más- nosotros somos inocentes, además tu nos conociste antes de reclutarnos!!- recordó- de esa muchacha no sabemos nada!! – la señalo. -No la puedo aceptar en el grupo sin siquiera saber quien es o porque estuvo en prisión?!- reclamo la gigante.
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-Oye gigantona ten por seguro que Sakura es la cosa más indefensa que e visto- dijo el preso señalando a la pelirosa en sus brazos, la cual se bajó de estos al ver la discusión que había empezado.
-Pues no lo creo, por algo la encerraron!!- objeto la gigante, no quería admitir que el berrinche que estaba asiendo era porque no quería otra mujer en el grupo, además esa era de la edad de su Naruto.
Mientras tanto Sakura, escondida detrás de Ban, observaba fascinada y con ojos brillantes al ser rosado y redondo que miraba con aburrimiento la pelea de la gigante y el inmortal.
A Meliodas le valía mil pepinos que sus subordinados peleen entre ellos, había tomado una decisión y no la iba a cambiar solo porque a uno no le gustará, además estaba más concentrado en admirar a su bonita niña.
