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-No puedo creerlo

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-No puedo creerlo. - el rubio lanzó los papeles que María Hill le había entregado mucho antes de encontrarse en ese hotel, alrededor de la cama, casi como si estuviera analizando cada palabra. -Deberían haber enviado a más vengadores, no simplemente dos, ¡Y mucho menos a Pietro!-

No era molestia lo que sentía ante la misión asignada, mucho menos por el compañero que le dieron. Digo, seamos claros, era su prometido, ¿Porque debería enojarse?

Claro, debía hacerlo puesto que subestimaron en exceso su alteración. Hace apenas un mes que salió de revisión por el incidente de Ultron. Él, como su pareja, no lo veía en condiciones óptimas para trabajar.

Sin embargo, toda su crisis mental que estaba teniendo, desapareció apenas sintió los pasos del ruso por la habitación. Le devolvió la sonrisa apenas vió como el platinado lo hacía, para después, buscar su pijama en los tantos cajones del armario.

Sin embargo, el agente acomodó con rapidez los papeles dispersos en la cama, dejándolos dentro de su mesita de noche. Luego se encargaría de reclamarle al pirata sobre ello.

-Amor. - llamó el menor, y un suspiro de esas colegiadas enamoradas escapó de los labios del rubio al escuchar el apodo. -¿Sabes? Últimamente a las personas les gusta demasiado hablar del físico ajeno, ¡Eso me sucedió apenas ayer! Fui a comprar pan para saciar mi gula de la mañana, y tuve que presenciar unos malos piropos del panadero. - mientras relataba aquella situación, iba colocándose sus prendas de dormir. -Dijo que le gustaba mi cabello, y una mujer, como vestía, pero...- hizo una breve pausa para voltearse hacia su pareja, notando como se quedaba observando a la nada misma, por lo que le lanzó una toalla entre risas. -...¡Ya escúchame, anciano!-

el golpeado, soltó un pequeño quejido, aún así, las risas le siguieron al escuchar las de su prometido. -No tienes que pegarme tan fuerte, mocoso. Te escucho perfectamente. ¿A dónde quieres llegar con esa graciosa anécdota además de que visite al panadero para hacer unas buenas media lunas con sus dedos?- preguntó burlesco, a pesar que no se alejaba de la realidad.

-Quisiera saber...¿Que es lo que te gusta de mí?- un poderoso sonrojo apareció en las mejillas del sokoviano, era notable como le avergonzaba preguntar esas cosas, pero aún así, para Hawkeye, era lo más lindo que podía ver.

-Uhm...- la mirada celeste del mayor recorrió el cuerpo del alterado sin descaro alguno, deteniéndose en una zona inferior en específico. -Tu tra...¡Tus ojos! Tus ojos verdes, amor mío. -

-Ahm...- su mirada recorrió el cuerpo marcado del platinado, deteniéndose en una zona en específico. -Tus ojos...¡Verdes! Por supuesto. -observó algún otro objeto con una pequeña sonrisa nerviosa.

El teñido se puso su pijama y pensó unos minutos lo que dijo el arquero. Se volteó cruzandose de brazos y alzando una ceja.

-Barton, yo no tengo ojos verdes. ¿De quién hablas?- lo miró entrecerrando sus ojos.

-¿Que? Creí que dijiste "¿Cuál es el color de ojos de mi hermana?"- se excusó sentandose nuevamente en la cama.

-Eres un idiota. Ya no te preguntaré nada.- se escucharon varias risas por su parte. Su pareja podía ser un bobo si lo deseaba.

 Su pareja podía ser un bobo si lo deseaba

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