"PROTECT" - Namjin -.

Capítulo 7: "¿Y Si Me Quedo?".

[Narrador].

[🍜🎹]

Y si me quedo para este invierno...

¿Prometes que me tendrás de nuevo?...

Seokjin miraba la escena con poca espera, no pasaron más de cinco minutos hasta que la persona a la que había llamado, había llegado, junto con lo que podría llamarse "persona que he dañado". ¿Os ha pasado? En definitiva somos iguales, sois iguales. Nadie es mejor, y nadie es peor... Es por eso que de mi mundo ya se fue el color y lo único que quedan son las pequeñas marcas moradas que se encuentran en mis brazos y piernas. Mis brazos han sido agarrados, mis piernas se han ido arrastrando. Lo mismo sucedía con Jimin, que con dolor y súplica de fuerzas, se arrastraba hacia Kim Seokjin para calmar su llanto.

Los hombres que querían hacerle daño ahora estaban tumbados, junto a Hoseok, con heridas por todo su rostro y con agujeros en sus pechos.
Los habían disparado. A sangre fría. A pura ira. Y los encargados de aquello no iban a donde ellos.

En serio que su cuerpo se había quedado sin movimiento.

¿Qué sucedió? Fácil, un escopeta, una 9mm, ambas armas que no fueron visibles.

"Los desgraciados lo obtuvieron, lo recibieron..."

Kim Namjoon, creador de su propia empresa, dueño de esta y un millonario que nadie sabe de su vida. Millonario que pasó enamorado y nadie se había enterado.
Kim Seokjin, persona que veía a su amado desde su asiento de personaje secundario. Nunca pensó pasar a ser uno de los primarios, y mucho menos poder ser visto de vuelta por Namjoon, por su Nammie. Lo amaba demasiado, pero cuando se adentró a su vida, todo cambió. Descubrió cosas que prefería ocultar y no escuchar, no quería ver, no quería tener miedo otra vez. Un idiota que estaba con un asesino sanguinario, justo como su padre. Le aterra eso, le provoca miedo, pero no hace nada... Después de todo... Todavía no lo asesina...

Ambas almas, destinadas a estar separadas. Ambas almas sufriendo por lo que pasaba.

Seokjin bajaba su mirada; sentía cómo un líquido mojaba sus pantalones, cómo los teñía de rojo. Su piel palidecía. Su boca maldecía y sus piernas se sentían frías.

-S-Seokjin-hyung... - sus orbes iban de un lado a otro, temblaban de cierta forma; en su labio inferior se formaba un bulto, que suplicaba por dejar de aguantar el llanto. La pálida mano de Jin fue hacia el moflete de su tierno amigo -.

-Lo siento... - fue lo único que dijo -.

Sus orbes viajaron hacia atrás mientras que sus párpados se cerraban de manera terrorífica. Hombres habían caído y el más importante de todos salió herido.

Volvamos al ya conocido cuarto de Kim Yoongi. Ambos hermanos estaban manchados de sangre, y ambos hermanos estaban asustados por lo que había pasado. Todo fue tan rápido. Namjoon a penas y pudo ponerse de pie después de haber disparado con la escopeta antes mencionada, un arma para casería, arma que dejaría un hueco en el cuerpo de su víctima. Tan doloroso, tan placentero... ¿Terrorífico? Por supuesto. ¡Matar a alguien no era un juego! Claro que en las, ya conocidas, películas nunca mencionan eso. No mencionan el hecho de las emociones que sobresalen después de haber hecho un homicidio tan sangriento.

Todo estaba en silencio; se escuchaban el choque de las gotas de sangre contra el suelo, y cómo de sus bocas salían pequeños jadeos.
Namjoon cayó al suelo, se sentía mal, desesperado, la adrenalina corriendo por todo lados. Su cuerpo temblaba, sus pupilas estaban dilatadas, su mandíbula trataba de ser apretada, porque sabía, muy bien sabía, que si no cubría su boca... sollozaría como nunca antes se había escrito en la historia, gritaría, golpearía y se preguntaría... Se preguntaría si su amado no lo viera con amargura, como la peor escoria del mundo... De seguro así se habría sentido el padre de su Jin. De seguro el pánico que siente ahora... Él lo sintió ese día. Lloraba, claro que lloraba, él no quería esto, nunca quiso eso. Es por eso que agradece que los cuerpos de esos hombres cayeran afuera, en el suelo; así... No podría ver sus rostros... Porque, por más mala que sea la gente... Sus rostros muestran pánico a la hora de muerte...