32. Preludio.

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Eddie siente que el tiempo se estira y se encoge, como si tratara de marearlo. No lo logra, sin embargo, porque Kaspbrak no está mirando nada más a Richie, quién avanza hacia él y se sienta a la orilla de su cama, sonriéndole.

En sus recuerdos, el más bajito revive el beso, y también el momento en el ritual de humo en que al fin admitió la verdad. Está enamorado de ese molesto chico de lentes, ese que le robó su primer beso.

—Dime...— murmura Eddie, y espera, da a Richie su tiempo.

Tozier traga saliva y se acomoda las gafas, nervioso, pero sin estar dispuesto a echarse atrás. No, bajo ninguna circunstancia.

—Yo... Lo del beso... Cuando yo... Cuando yo te besé...— suspira—. Te quiero, y sé que es raro y que tal vez me odies por eso pero nece-

—También te quiero— murmura Eddie y sonríe.

El de lentes lo mira como alucinando.

—¿Qué?

—También te quiero, Rich.

Richie siente que su corazón se desboca. Siempre creyó que era el único que lidiaba con esos sentimientos y que estaba condenado a un eterno amor unilateral. Ahora, se inclina hacia adelante, toma el rostro de Eddie en sus manos y lo besa en los labios sin prisa.

Eddie cierra los ojos y corresponde, afirmando las manos en las rodillas del contrario.

Ambos han estado teniendo esos sentimientos desde hace tanto, reprimiendolos y enterrandolos en el fondo de su corazón, que ahora ebullen como una explosión. Es un beso un poco menos torpe y más llevadero que la primera vez

—¿Eds?

—No me llames Eds.

—Eds...

—¿Mmh?

—Besas mucho mejor que tu madre.

Eddie le da un empujón en respuesta que casi bota al de lentes de la cama, quién ahora está riendo.

—¡Lo siento! ¡No pude evitarlo!

Kaspbrak no logra mantener el ceño fruncido y al final acaba riendo con él. Vuelven a besarse, una y otra vez por largo rato.

Si mañana mueren, al menos disfrutaron de aquella última tarde.

Aunque claro, obviamente preferirían no morir.

....


Al día siguiente, Stanley sale a escondidas cuando Bill lo llama desde la ventana de la casa. A dos días de su barnitzba, su padre lo matará si lo ve largandose en vez de practicar.

Bill lo espera afuera, decidido, con esa expresión de héroe, de líder, esa que Stanley siempre ha admirado, esa que tanto le gusta.

—¿Estás li-li-listo?

—Me tiemblan las manos— Stan sonríe avergonzado.

Sin embargo, Bill no se burla. Al contrario, toma las manos del de risos entre las suyas.

—T-Tranquilo, y-yo t-t-te protegeré.

Es solo un instante, pero a Stanley le desboca el corazón y le da el valor que le hace falta para caminar junto a Bill hacia la batalla inminente.

Aunque antes, van a por Beverly.

....

Efecto mariposa | It + It cast.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora